FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

El hombre radioactivo

Dos años después del incidente de la planta Fukushima Daiichi, uno de los desastres nucleares más terribles de nuestra historia, Naoto Matsumura se niega a dejar su hogar.

NOTA: Para activar los subtítulos en castellano tenéis que hacer click en segundo icono en el player de Youtube y seleccionar Spanish (Spain) El lunes fue el segundo aniversario del terremoto que devastó a Japón y que causó uno de los desastres nucleares más serios de la historia universal, cuando empezó a filtrase radiación de la central nuclear Fukushima Daiichi. Los pueblos de los alrededores fueron evacuados a toda prisa, dejando atrás hogares vacíos, las calles en silencio y animales sin cuidar. No obstante, en el pequeño pueblo de Tamioka, a menos de seis millas de la central nuclear de Fukushima Daiichi, un hombre se negó a abandonar la zona: Naoto Matsumara, un arrocero, de 53 años. Seguramente, Naoto sea el hombre más cabezota de Japón, si no del mundo. "Nací y me crié en este pueblo," nos contó. "Cuando muera, será en Tomioka." La cara de Naoto está oscurecida por el sol y arrugada de sonreír; sus oscuros ojos miran por debajo de unos pesados párpados. No es la cara que esperas ver de alguien que desafía al gobierno por vivir en una zona donde no se permite ni visitar, pero Naoto es un inconformista. Ya que este hombre está siendo expuesto a una radiación 17 veces más elevada que una persona normal, y ha ingerido carne, vegetales y pescado radiactivos, unos investigadores del Organismo de Exploración Aeroespacial de Japón quisieron hacerle unas pruebas. "Cuando fui a que me mirasen me dijeron que era un campeón," es decir, que tenía el nivel más alto de radiación en Japón. "Pero también me dijeron que no me pondría enfermo hasta dentro de 30 ó 40 años. Probablemente, esté muerto para entonces, así que me da igual."

Publicidad

Naoto en su casa. No tiene electricidad, así que utiliza unas placas solares para cargar su PC y teléfono móvil. A Naoto le dijeron que dejara de comer comida producida localmente, por lo que ahora bebe agua de un manantial controlado y come suministros enviados desde fuera. Pero a parte de eso, su vida diaria permanece no se ve afectada por las olas y partículas invisibles dañinas que le rodean.
 
"Me acostumbré a la radiación. Al fin y al cabo, no la puedo ver," nos dijo. "La gente que viene aquí de forma temporal también deja de preocuparse por ella… Seguro que si volvéis un par de veces os dejaría de importar. Aunque las agujas en el contador Geiger nunca dejan de moverse, así que si trajerais uno con vosotros igual si que le daríais importancia. Esa es la razón por la que no llevo uno encima. Aunque tuviera uno, no lo utilizaría." La dosis de radiación por hora dentro de la casa de Naoto, medida por un contador de Geiger que trajimos con nosotros, es de dos microsieverts por hora y fuera de la casa el contador se disparó a siete microsieverts. Le preguntamos al Doctor Hiroyuki Koide del Instituto de Investigación de Kioto cómo de perjudicial es esto para Naoto y nos dijo que "La ley japonesa establece que cualquier localización con una dosis de más de 0'6 microsieverts por hora, debe ser designada como una zona de control radioactiva y cerrada a la población. Una vez dentro de una zona de control radioctiva no puedes beber el agua de esa zona ni ingerir nada. Para mí, es inconcebible que una persona normal pueda vivir ahí." Claro que Naoto no es una persona normal. Cuando se desató la tragedia, huyó con su padres hacia el sur durante el desastre nuclear, pero acabó dejándoles en Iwaki para regresar a Tomioka. La razón para hacerlo no era un sentimiento de amor por su hogar o un rechazo al cambio de un hombre de mediana edad. La razón era mucho más simple: No podía abandonar a los animales de la granja de su familia. "Claro que tuve miedo al principio porque sabía que la radiación se había extendido por todas partes. Lo siguiente que pasó por mi mente fue que si me quedaba ahí mucho tiempo acabaría pillando cáncer o leucemia. Pero cuanto más tiempo pasaba con los animales, más me daba cuenta de lo sanos que estaban, y pensé que estaríamos bien." Ahora Matsumara cuida de las vacas, los cerdos, los gatos, los perros, incluso de las avestruces que ahora no tienen dueño. Una responsabilidad que, en parte, asumió por accidente. "Nuestros perros no comieron los primeros días. Cuando por fin les di de comer, los perros del vecino se volvieron locos. Fui a ver cómo estaban y me los encontré atados. Supongo que todo el mundo abandonó el pueblo pensando que volverían en una semana, o así. A partir de ese momento, les di de comer cada día. Cuando escuchaban mi camión no podían esperarse y se ponían a ladrar como locos. Siempre había algún ladrido allá donde fuese, como diciendo, "tenemos sed" o "no tenemos comida". Entonces, empecé a hacer una ruta. "

Publicidad

Naoto cuida del ganado en su granja provisional.

Muchos de los perros y gatos se han vuelto salvajes al no tener humanos cerca. Se han escondido en el bosque y no se dejan ver. El ganado sigue siendo doméstico y vive en arrozales abandonados rodeados por vallas construidas por él mismo con tuberías. Mientras que docenas de vacas supervivientes son todo carne y hueso, tienen mucha más suerte que las 120 que murieron de hambre en un establo cercano. "Todas murieron y se pudrieron, dejando sólo huesos y los cuernos. Había muchísimas moscas y gusanos en los cadáveres. El pueblo estaba tan en silencio que lo único que se podía oír era el zumbido de las moscas. La peste era tan horrible que si te quedabas ahí más de cinco minutos se te pegaba en la ropa y la piel. Ahora que son solo huesos es más fácil observarlo, pero en ese momento era asqueroso, digno de una escena del infierno. Más de 1.000 animales murieron [en Tomioka]." La hambruna no es lo único que mató a los animales. El gobierno también ha sido responsable de estas muertes. Después de la evacuación, se decidió por los agentes, que a la vista de que era imposible cuidar de todo el ganado de la zona evacuada, no había otra opción que la eutanasia masiva, antes de que murieran de hambre. Esa orden se dio el 12 de Mayo en 2011.

Naoto contempla los esqueletos del ganado que murió de hambre en el establo. Lógicamente, esta decisión molestó a Naoto. "Si hubieran sido aprovechadas para carne no me disgustaría," dijo. "La vida es así. Pero, ¿por qué sacrificarlas de este modo y enterrarlas? Los animales y los humanos son iguales. Me pregunto si también matan a gente de esta manera tan indiscreta… Desde mi punto de vista, sería mejor esperar a ver qué pasa porque nos darían buenos datos experimentales para comparar con humanos. Si las aves sobreviven, entonces, quizá no hay nada por lo que preocuparse. Pero si los animales empiezan a dar a luz a generaciones deformadas entonces es cuando se descontrolaría el asunto. Si eso pasara, es cuando no deberían permitir que nadie volviese aquí."

Publicidad

El interior del establo. Se encuentran escenas similares a lo largo de toda la zona inhabitada y evacuada.

(Izquierda) Un perro que sobrevivió atrapado dentro de un establo durante un año y medio tras el desastre nuclear, comiendo carne muerta del ganado que murió de hambre. Fue rescatado por Naoto en el verano del 2012. Se le había caído casi todo el pelo, pero ahora está recuperado gracias a los cuidados de Naoto. Le puso el nombre de Kiseki (milagro en español). (Derecha) Kiseki dos meses después de ser rescatado. Su pelo volvió a crecer y vuelve a parecer un perro.

Naoto fumando junto a su avestruz. En septiembre, el alcalde de Tomioka, Katsuya Endou, anunció que sería imposible que los residentes pudieran volver en los siguientes cinco años, mencionando el tiempo que llevaría descontaminar el pueblo y reconstruir la infraestructura. Los casi 15.000 residentes todavía viven en refugios. Excepto Naoto y sus animales, que no piensan irse a ninguna otra parte. "Tomioka será un pueblo pequeño, pero es rico en naturaleza," dijo el único habitante del pueblo. "Tenemos ríos, el océano y montañas. Puedes nadar en el océano, pescar en los ríos y coger vegetales salvajes en la montaña. Lo único
es que ahora no se puede hacer nada de eso."