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Werner Herzog detesta el yoga para niños

La semana pasada hablé por teléfono con Herzog y hablamos sobre películas, fútbol, WrestleMania y la detestable moda de dar clases de yoga para niños.

Werner Herzog empezó a aparecer en tus conversaciones con los amigos a partir del estreno de Grizzly Man e Into the Abyss. Antes de eso, Herzog era simplemente el galardonado y reconocido cineasta al que se considera el padre del cine europeo moderno, el mismo que transportó un barco de 320 toneladas a lo alto de una colina en la selva peruana y cocinó y se comió su propio zapato para un documental corto.

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El mes pasado, Faber publicó A Guide for the Perplexed, un compendio de conversaciones entre Herzog y el escritor Paul Cronin. La obra constituye el testamento de uno de los realizadores más prolíficos del mundo y su lectura prácticamente encaja en el género de la autoayuda. "Acostúmbrate al oso que hay detrás de ti", nos dice, haciendo clara alusión a la ambición y el impulso de crear y evocando a la vez imágenes de Timothy Treadwell, alias Grizzly Man. Incluso me atrevería a decir que es el mejor libro que he leído en lo que va de año.

La semana pasada hablé por teléfono con Herzog y hablamos sobre películas, fútbol, WrestleMania y la detestable moda de dar clases de yoga para niños.

VICE: Acabo de terminar de leer A Guide for the Perplexed. ¿Has tenido oportunidad de leerlo?

Werner Herzog: Sí, lo leí cuando tuvimos que revisar todo el texto para hacer correcciones. No dejamos ni un cabo suelto.

¿Te resulta extraño leer lo que ya has dicho?

Lo abordé tomando cierta distancia profesional, porque creo que no sirve de mucho mirarse el ombligo. Ahora está a disposición de los lectores. Estoy trabajando en muchos proyectos, así que no te preocupes por mí.

¿En qué estás trabajando ahora?

Estoy acabando Queen of the Desert, estoy preparando tres largometrajes y voy a montar mi propia escuela alternativa de cine a finales de esta semana.

¿Me puedes contar algo más de la escuela alternativa de cine?

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Es muy sencillo. Durante 20 o 25 años ha venido a mí una marea de jóvenes directores que querían ser mis ayudantes, aprender de mí o formar parte de mi equipo, y cada vez son más. Por ejemplo, hace unos años, cuando participé en una conversación pública en el Royal Albert Hall –cuya capacidad es de unas 3.000 localidades-, las entradas se vendieron en cuestión de minutos. De esas 3.000 personas, al menos 2.000 querían trabajar conmigo. De modo que decidí buscar una solución sistemática a este asalto. Esta escuela alternativa de cine puede darse 50 veces o una vez al año. Lo único que necesito es un proyector. Podría hacerlo incluso en medio de un desierto.

¿Qué opinas de esta nueva generación de jóvenes cineastas?

Los chicos que contactan conmigo suelen tener entre 15 y 17 años. No sé cómo se llama a esta generación, ni tampoco me importa. Lo que echo de menos es la cultura de la lectura, los libros. Esa es una de las cosas que exijo a los alumnos de mi escuela alternativa. Hay una lista de lecturas obligadas.

¿Teoría cinematográfica?

No, no, no. Eso sería lo último. La teoría del cine se descartaría inmediatamente. No, hablo de poesía de la Roma antigua. O poesía islandesa antigua. O un relato corto de Hemingway. O el informe de la Comisión Warren sobre el asesinato de Kennedy. Todo tipo de cosas raras.

¿Podrías explicarme cómo fue la visita a la cueva Chauvet –que alberga las pinturas más antiguas del mundo- para la grabación de La Cueva de los sueños olvidados?

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Sabes que te han concedido un privilegio que casi nadie más tiene, eso para empezar. Cada día son más los que llegan a la cima del monte Everest y, en cambio, es muy probable que dentro de poco cierren permanentemente las cuevas .Si tienes un proyecto científico o una razón convincente, puede que te concedan un permiso. Sin embargo, no han dejado entrar a los jefes de estado de otros países. Obviamente, hay que ver las imágenes de la forma en que las veían los artistas paleolíticos. Solo había unas tenues luces parpadeantes que creaban una especie de dinámica, de movimiento. Hay fuentes de luz –una hilera de fuegos- frente a uno de los paneles principales, pero están detrás del observador, por lo que proyectan sus propias sombras sobre las paredes. No sabemos el significado de todo esto, lo único que podemos decir es que había un elemento cinemático, un movimiento de luces y sombras.

Tráiler de La cueva de los sueños olvidados

Pareces adoptar una postura cínica hacia el sector académico.

Bueno, el mundo académico ha supuesto la muerte –o casi- de la poesía y está empezando a invadir el cine, tratando de apagar la llama. Pero no lo lograrán. Siempre que alguien viene a mí con un planteamiento teórico del cine, agacho la cabeza.

Supongo que no eres un gran consumidor de la cultura pop.

No mucho, no. Bueno, siento gran interés por fenómenos como WrestleMania. También veía el Anna Nicole Smith Show porque presentaba un giro cultural muy extraño. Voy al estadio de fútbol; es una forma de cultura pop.

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¿Vuelves a Baviera a veces?

Siempre que puedo. Echo de menos el dialecto bávaro. Cuando viajo por todo el mundo, lo que más añoro de mi tierra es el dialecto.

Allí habrás podido dar rienda suelta a tu imaginación. ¿Te has inspirado en personajes como Luis II?

Sí, por supuesto. Es todo un héroe cultural para los bávaros. Es un personaje muy, muy importante para entender nuestra cultura. Todos esos sueños que tenía y los castillos de fantasía que construía… Ha llegado hasta Disneyland. En realidad, el prototipo del castillo de Disneyland es obra del rey Luis.

En muchos de tus trabajos aparecen personas enfrentadas a situaciones extremas; ¿nunca te has sentido fascinado por elementos de la vida rutinaria?

Bueno, sí. Tengo una vida familiar maravillosa y soy uno de los pocos hombres –muy, muy pocos hombres- que está felizmente casado. Me parece maravilloso y emocionante. Y me mudé a Los Ángeles porque me enamoré hace 20 años.

¿Te cuesta desconectar y dejar de observar a la gente? ¿Alguna vez te dice tu familia, "Déjalo ya, Werner, y vamos a desayunar"?

[Risas] No, estoy acostumbrado a hacer película. Evidentemente, sé cómo comportarme cuando estoy en familia, no me hace falta desconectar ni conectar.

Vale, solo quería asegurarme. ¿Te consideras divertido?

Bueno, yo creo que hay mucho humor en todas mis películas. Como digo en A Guide for the Perplexed, Paul Cronin me pregunta si hay algún legado que me gustaría ofrecer al mundo, a futuras generaciones, y me acordé de lo que una vez dijo el magnate hotelero Conrad Hilton: "Cuando te duches, acuérdate de meter la cortina por dentro de la ducha".

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Guay, lo recordaré. En Encuentros en el fin del mundo pareces muy preocupado por los pingüinos locos. ¿Lo estabas de verdad?

Es un humor oscuro. La gente se ríe más películas como Teniente Corrupto que con una comedia de Eddie Murphy. Algunas de mis películas tienen un humor más cálido. La gente parece estar descubriendo ahora el humor intrínseco en mis producciones.

¿Cómo consigues que la gente se abra en tus documentales?

Doy mucho espacio a las personas con las que hablo y profundizo mucho y muy rápido. Pero es algo muy difícil de enseñar. Por ejemplo, Into the Abyss empieza con el capellán que tiene que ayudar en la ejecución 30 minutos después. La primera vez que hablé con él, me contestó como un predicador de la televisión, falso y superficial. Me comentó que había ido al campo de golf antes y que los caballos, las ardillas y los ciervos lo miraban. Le interrumpí y le dije, "Háblame de uno de tus encuentros con una ardilla", y entonces fue cuando lo desmonté. En ese momento se reveló y logramos ver en lo más profundo de su alma.

Se ha comparado mucho Into the Abyss con A sangre fría, de Truman Capote. ¿Eras consciente de las similitudes cuando la estabas grabando?

Hemos de ir con cuidado porque Truman Capote se aprovechaba, de alguna manera, de los sujetos. Siempre he desconfiado de Truman Capote porque, pasó muchos años sin publicar su libro, alegando que no estaba acabado. Esperó a que ejecutaran a los dos protagonistas, presenció la ejecución y escribió el capítulo final. A mí eso me parece sospechoso. El libro está muy bien escrito, pero, ¿puedo decir algo? Mi película es más profunda y mejor.

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Tráiler de Into the Abyss

Decidiste no reproducir la grabación del momento en que un oso mata a Timothy Treadwell en Grizzle Man por respeto hacia él…

Sí.

¿Ha habido algún momento en tu carrera en los que te has arrepentido de haberte pasado de la raya?

No, la verdad es que no. Me llevo bien con todas mis películas. Incluso me gustan las películas en las que yo salgo interpretando, como en Jack Reacher, en la que hago de malo. Por cierto, en esa película yo soy el único que da miedo.

Sí, en esa cinta das bastante miedo.

Sí. Me pagaron muy bien y estuve a la altura de los honorarios.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Tom Cruise?

Interesante. Me gusta su inquebrantable profesionalidad. Es un hombre muy amable y muy generoso. No puedes estar en la cumbre tantos años si no tienes algo especial.

¿Hay algún actor con el que te gustaría trabajar?

Sí, Humphrey Bogart, Edward G Robinson, Lillian Gish…

Eso va a ser complicado.

[Risas] ¡Marilyn Monroe! No, he tenido el privilegio de trabajar con lo mejor de lo mejor. Hace poco, con la sensacional Nicole Kidman.

¿Podrías explicarme brevemente tu desprecio por los gimnasios, las clases de yoga y la gente que hace ejercicio en público?

Y las clases de yoga para niños, por mencionar solo algunos. Dejémoslo así. Que conste en acta solo que desprecio las clases de yoga para niños de cinco años, las escuelas de yoga y cosas por el estilo.

Pero eres amigo de David Lynch, a quien le gusta la meditación trascendental. ¿Alguna vez harías algo así?

No. Y punto.

Gracias, Werner.

A Guide for the Perplexed ya está disponible por Faber and Faber. Si te interesa saber más sobre la escuela alternativa de cine de Werner Herzog, visita www.roguefilmschool.com.