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Cultură

Ignatius se humilla a sí mismo en El Fin de la Comedia

El cómico nos revela los trapos suciosla nueva serie de Comedy Central. Puedes ver un adelanto gratis en el Festival de Series de Canal + este sábado en Barcelona.

“Juan Echanove dijo la frase más gilipollas que he escuchado en la puta vida. En una entrevista, dijo muy orgulloso: yo nunca seré un pederasta”. Así comienza la nueva serie El fin de la comedia, con un monólogo de Ignatius Farray, conocido también como Loco de las coles (La Hora Chanante) y uno de los mejores cómicos de stand-up jamás visto sobre un escenario. Encima del escenario vacía sal gorda, bebe cerveza y deja que le chupen los pezones. Fuera del escenario, escribe poesía, es impecablemente educado y lleva a su hijo al pabellón de los pingüinos de Faunia.

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Esa brecha entre personaje (Ignatius) y persona (Nacho), sobrevuela la nueva referencia de la productora de Nacho Vigalondo dirigida por Miguel Esteban y Raúl Navarro, de la que puedes ver un adelanto gratis en el Festival de Series de Canal + este sábado en el Cinesa Diagonal de Barcelona y que se estrena el 7 de noviembre en Comedy Central. Patetismo incómodo, cameos (Javier Cansado, Joaquín Reyes, Juan Cavestany, Willy Toledo…), banda sonora de Tigres Leones y un reparto que devuelve la fe en las series españolas. Ignatius, además de protagonista, es co-guionista, así que le pedimos que aireara los trapos sucios.

Willy Toledo descubre a Ignatius los beneficios de apoyar causas solidarias.

La serie se iba a llamar LOUIE

¿Sabíais que la serie al principio se iba a titular LOUIE? Pues es mentira, se iba a titular IGNATIUS FARRAY. La directora de Comedy Central me dijo "Queremos hacer una serie que se titule Ignatius Farray, pero todavía no sabemos si tú vas a participar". No, esto tampoco es verdad. Se iba a titular La Comedia Prevalecerá, pero cuando Miguel y Raúl empezaron a ver las primeras tomas prefirieron que se titulara El Fin de la Comedia. La verdad es que nadie confiaba en la serie. Solo la niña de cinco años que contratamos para hacer de mi hija en un episodio… "¡Les vamos a demostrar a esos listillos de Harvard de la HBO de lo que somos capaces!", gritaba esa niña encerrada en el baño para motivarse antes de su jornada de trabajo.

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Una patraña ambiciosa y pedante

Pienso que la serie trata sobre LÍMITES. Los límites entre la madurez y la inmadurez (yo mismo tengo 40 años y estoy viviendo esa encrucijada), pero también los límites entre estar dentro o fuera del escenario y los límites entre ficción y realidad (todos los guionistas hemos utilizado nuestras vidas para escribir los guiones de los seis primeros episodios). No, en serio, esto de los límites es una patraña pretenciosa y pedante.

Ponercara de deprimido es mi método de actuación

Yo soy el protagonista de la serie y una carencia escandalosa mía como actor es que confundo tono natural y realista con estar triste/derrumbado y tener actutid de pasiva agresividad. Poquito a poco, durante el rodaje, me estaba sucediendo algo parecido al personaje de Jack Torrance en El Resplandor. Los directores tenían que turnarse entre toma y toma para subirme el ánimo y llenarme de energía positiva. Me decían "¡Venga, Nacho, anímate!" o "¡Venga, cabrón, que eres el puto Marlon Brando!". Si la serie no terminó conmigo gritando "¡Redrum!" y buscando algún hacha con el que apagar el fuego de mis depresiones fue gracias al control que ellos ejercían sobre mí con sus -más que cuestionables- métodos de dirección de actores.

El loco de las coles

Miguel, Raúl y yo figuramos como los creadores de la serie, pero yo me he escaqueado bastante. Los dos únicos momentos en los que intenté coger las riendas fue para elegir las camisas que yo luciría y las canciones del karaoke de la fiesta de fin del rodaje. Aunque sería más justo decir que intenté coger las riendas en más ocasiones. No sólo coger las riendas, sino dar un auténtico volantazo y provocar una vuelta a los tiempos de EL LOCO DE LAS COLES, en los que me bastaba con hacer EL GRITO SORDO para destacar en cualquier escena. "¡Propongo un motín!", les dije por Whatsapp al resto del equipo. "¡Rebelión!", insistía en voz baja a cada uno, día tras día, como si yo fuera Marlon Brando (ahora sí) a bordo de ‘La Bounty’. Pero nadie me apoyó. Me ningunearon apoyándose en su ridícula jerga audiovisual. Me decían que yo ni siquiera sabía la diferencia entre SALTAR EL EJE y CRUZAR EL EJE, y más tonterías que me humillaban y me hacían tocar fondo como actor.

Despreciar al resto de actores

Una de las cosas que no habían salido demasiado bien durante los ensayos era que mis planos de escucha (cuando no me corresponde a mí hablar sino que debo escuchar al actor con el que comparto escena) eran un completo desastre. Se notaba que no prestaba atención y únicamente estaba pendiente de recordar mi frase para soltarla en cuanto podía. Despreciaba cada una de las palabras que mi partenaire pronunciaba. Uno de los retos era corregir eso. Me esforcé en prestar atención al actor que tenía delante, hasta el punto de notar cómo eso iba mejorando mi vida personal. Ahora en la vida real también me esfuerzo por escuchar a las otras personas. "¡Cuánto tiempo perdido, sin respetar las opiniones de nadie”. Hoy soy A BETTER MAN.

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