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Cultură

Tal vez no deberíamos idolatrar a un skater que parece haber sido un homófobo

Los medios de comunicación olvidaron mencionar que Jay Adams pasó una temporadita en la cárcel por su implicación en el asesinato de un homosexual.

Jay Adams (izquierda) y Rodney Mullen. Foto vía Getty.

Jay Adams murió de un paro cardiaco el jueves de la semana pasada mientras estaba de vacaciones en México. Era un tío que patinaba muy bien y, como integrante de los Z-Boys, contribuyó a definir el skate tal y como lo conocemos actualmente. Aunque la mayor parte de su vida evitó ser el centro de atención, saltó a la fama en 2001 gracias al documental Dogtown and Z-Boys y también en 2005 cuando Emile Hirsch hizo de él en la película Los amos de Dogtown. La mayoría de los medios de comunicación del mundo del skate se encargaron de difundir la muerte de Adams. Casi todos utilizaron la palabra “leyenda” o “legendario” en sus encabezados y lo describieron como el chico malo que hizo que las competiciones de skate dejaran de parecer concursos de baile haciéndolo un deporte más agresivo tanto en los skateparks como en las calles. Así fue como nació el skateboarding moderno. Sin embargo, omitieron el incidente homófobo en el que Adams se vio implicado en Los Ángeles y que tuvo como resultado la muerte de un hombre.

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Aunque aprecio la contribución que hizo Adams al skateboarding, me parece extraño que prácticamente todas las necrológicas publicadas en los últimos cuatro días se hayan olvidado por completo de mencionar que en 1982 Adams ayudó a matar a un hombre. Él mismo lo contó en la revista Juice en el 2000: “Después de una presentación en Starwood fuimos a un lugar llamado Okiedogs, donde llegaron dos homosexuales y empezaron la pelea”. Uno de ellos se llamaba Dan Bradbury y murió durante la misma. Adams fue acusado de homicidio y condenado a pesar de asegurar que ya no se encontraba en el lugar cuando el hombre murió.  Estuvo seis meses en la cárcel.

Es curioso que esa gran mancha en el historial de Adams no aparezca prácticamente en la serie de necrológicas en las que se le ha homenajeado.

El primer obituario sobre su muerte publicado en el New York Times olvidó mencionar que Adams, quien como se leía en la primera plana, “transformó el skateboarding en algo guay”, participó hace unas décadas en un crimen de odio a los homosexuales. Un artículo más en profundidad publicado el domingo pasado bajo el título “In Empty Pools, Sport’s Pioneer Found a Way to Make a Splash” (Un pionero del deporte que encontró la forma de zambullirse en piscinas vacías) le dedica una frase al incidente: “Fue encarcelado en 1982 por haberse involucrado en una pelea que causó la muerte de un hombre homosexual durante un concierto en Hollywood”. La agencia de noticias Associated Press también reconoció el incidente en el que el “fascinante rebelde” inició una pelea y luego ayudo a golpear hasta matar a un homosexual con esta frase: “En la cumbre de su fama, a principios de los años 80, Adams fue a la cárcel por un delito grave, con lo que inició una serie de periodos entre rejas que se extendió durante los siguientes 24 años”. La agencia no mencionó el hecho de que la víctima era homosexual ni que el incidente provocó su muerte. El periódico Los Angeles Times, que llamó “legendario” a Adams y también “uno de los Z-boys rebeldes del deporte”, dedicó una sola línea al incidente, en la que tampoco mencionan el hecho de que Bradbury era gay, resumiéndolo así: “Estuvo seis meses en la cárcel por haberse involucrado en una pelea en Hollywood que resultó en la muerte de un hombre”.

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BuzzFeed, el eterno modelo de integridad editorial, llamó “lord” a Adams pero no se tomó la molestia de mencionar el incidente. El Washington Post, que prácticamente juntó todas las opiniones de los demás, citó a la agencia AP y dijo únicamente que Adams, cuyo “legado […] sigue vivo”, fue “encarcelado por un delito grave y pasó seis meses en la cárcel…”. Por otro lado, la CNN lo llamó “una leyenda” y lo agregó a lo que parece ser una extraña presentación de diapositivas que actualizan constantemente de personas fallecidas en 2014, sin embargo, no hablaron sobre el incidente. Gawker, una página web sobre chismes de los famosos, publicó de nuevo el enorme artículo de AP e incluyó unas cuantas frases extra, en las que lo llamaba “el legendario patinador de Dogtown” en el encabezado, junto con la cita textual de Stacy Peralta: “Él era como la semilla original que creó el skateboarding”.

Cuando le preguntaron sobre el incidente en una entrevista para la revista Wildland el mes pasado, Adams aseguró que la pelea no tuvo nada que ver con la orientación sexual de Bradbury: “El problema de aquella noche no tuvo nada que ver con el hecho de que las personas con las que peleamos fueran gais. Ocurrió durante la época punk rock de Hollywood, una época muy violenta. […] No pegábamos a los gais, le metíamos a cualquier persona que nos encontrábamos”.

Es difícil saber si es verdad o no. Hay muy poca información en Internet acerca de Bradbury o de la noche en que murió. Lo que sí sabemos es que en algún momento de la década pasada, Adams se volvió cristiano (al igual que muchos otros viejos cuando se dan cuenta que van a morir pronto). Además, al menos hasta el mes pasado, Adams no tenía una actitud muy progresista con respecto a los derechos de los gais. “Estoy 100% en contra de las relaciones y el matrimonio gay, sin embargo, respeto a los homosexuales y sólo les repito lo que dice la Biblia”, dijo a la revista Wildland.

Yo patino desde hace 17 años más o menos y aprecio lo que hizo Adams para impulsar la evolución del deporte. También entiendo la reacción instintiva de la comunidad skater de defender y adorar a uno de los nuestros. También estoy completamente preparado para la ola de odio que va a inundar mi Twitter después de que se publique este artículo. No obstante, no hacemos ningún favor a nadie —y en especial a los amigos y familiares de Dan Bradbury— cuando ocultamos las facetas más oscuras de la vida de Jay Adams para promover el estereotipo del “chico malo del skate”.

Si lo que queremos es reconocer el hecho de que Adams tenía un gran estilo y que fue una gran influencia para las futuras generaciones de los niños que patinan, está bien, hagámoslo. Sin embargo, cuando lo enaltecemos como la personificación del skate, que fue lo que hizo Christian Hosoi cuando declaró al Times: “Jay representaba tanto a nuestra cultura como a nuestro estilo de vida”, o como sugirió Stacy Peralta cuando le dijo a XGames.com que Adams era la “forma más pura del patinador que haya visto”, estamos ligando nuestro deporte a la fama de un hombre que probablemente no era tan buena persona, aunque fuera un patinador extraordinario.

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