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Fotos

Las fotos de Laia Abril son difíciles de digerir

Contemplar algunas fotografías resulta tan insoportable que uno no puede apartar los ojos de ellas. Es lo que ocurre con las imágenes que Laia Abril nos presenta en Thinspirational Fanzine. Sus “selfies pro ana” muestran cuerpos de chicas...

Imagen de “Thinspirational Fanzine” (foto cortesía de Laia Abril / INSTITUTE)

Contemplar algunas fotografías resulta tan insoportable que uno no puede apartar los ojos de ellas. Es lo que ocurre con las imágenes que Laia Abril nos presenta en Thinspirational Fanzine. Sus “selfies pro ana” muestran cuerpos de chicas demacrados y angulares, muslos extremadamente delgados, costillas asomando bajo la piel, protuberantes caderas y estómagos cóncavos.

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Desde 2010, el trabajo de Laia gira en torno a los trastornos de la alimentación. El último capítulo de su proyecto, The Epilogue, se publica este mes y narra la historia de una chica estadounidense llamada Mary Cameron “Cammy” Robinson, que murió de bulimia a los 26 años. A través de entrevistas, fotografías y otros materiales, el libro reconstruye la vida de Cammy y las consecuencias de su muerte, e indaga en el aspecto autodestructivo de las enfermedades y en cómo lo viven quienes están a su alrededor.

Llamé por teléfono a Laia para que me contara algo más.

VICE: Los trastornos alimentarios son un tema central en tu obra. ¿Qué te atrae de ellos?

Laia Abril: Me inspiré en una experiencia personal y en el hecho de que haya tan poca información. Si una chica sufre bulimia y sus padres no se dan cuenta de los síntomas, podría morir de un ataque al corazón sin que llegaran nunca a enterarse de su trastorno.

La bulimia también es uno de los trastornos de la alimentación más estigmatizados. Se considera un motivo de vergüenza. Mi objetivo era derribar esos tabúes. Solemos usar la fotografía para documentar los acontecimientos de nuestra sociedad –guerras, pobreza-, así que abordé el tema como si se tratara de otra epidemia que debiéramos prevenir.

Foto cortesía de Laia Abril / INSTITUTE

Para tu última publicación, Thinspiration Fanzine, hiciste fotos de selfies que encontraste en páginas web pro ana. ¿Por qué?

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Las páginas pro ana empezaron a surgir hacia el año 2000. Las recuerdo de esa época, cuando yo era adolescente. Pero es un aspecto al que los medios de comunicación no dan demasiada importancia. Cuando empecé a investigar sobre el tema, pensé en buscar fotos de actrices o modelos delgadas, pero encontré que había cientos de lo que ahora llamamos “selfies” en los que se fomentaba la anorexia. Me impactó mucho.

Decidí fotografiarlas porque mi intención era hablar del uso de la fotografía. El proyecto intenta reflejar lo que sentía cuando miraba esas imágenes.

Se tiende a pensar que las personas anoréxicas odian su cuerpo, pero estas fotos tienen un gran componente exhibicionista. ¿Te sorprendió ese aspecto?

Conozco a muchas personas que sufren estos trastornos y me he enfrentado a menudo con estas imágenes. Hay mucha gente que quiere recuperarse y, en cambio, en estas páginas la gente asegura que quiere ser anoréxica. Pero es todo parte de su trastorno. Yo creo que dejan de verse como personas. Enseñan partes de su cuerpo –huesos, el abdomen, las clavículas- y en esas imágenes queda plasmado el proceso de pérdida de identidad que están sufriendo.

Exposición de Thinspiration Project en Barcelona

¿Crees que deberían prohibirse las páginas web que fomentan la anorexia?

El año en que empecé a buscar esas páginas leí un artículo que decía que el tráfico que recibían había aumentado un 500 por ciento durante el año anterior. En algunos países, como Francia, las han ilegalizado y clausurado. Pero ahora este movimiento se ha trasladado también a las redes sociales. Instagram tiene el hashtag #proana; hay perfiles pro ana en Tumblr… Ahora las autoridades lo tienen más difícil.

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Personalmente, no creo que sea esa la solución. Aunque cierren una página, al cabo de una hora habrán abierto diez nuevas. Lo que yo haría es perseguir a las revistas de moda que muestran modelos anoréxicas en sus portadas. El fenómeno Thinspiration resulta aún más peligroso cuando se extiende a los principales medios de comunicación.

¿Se te ocurrió la idea para The Epilogue antes de conocer a la familia de Cammy Robinson?

Sí. Quería hacer algo relacionado con la muerte por trastornos alimentarios. Tenía que tener las ideas claras sobre cómo abordar el tema antes de presentarme ante una familia todavía en duelo. Decidí explicar la historia de la chica como si fuera un puzle, cuyas piezas las iban aportando sus seres queridos.

Envié mensajes a cientos de fundaciones para los trastornos de la alimentación, primero en el Reino Unido y después en los EUA, ya que, al ser un país más grande, habría más posibilidad de encontrar a alguien. Estos dos países tienen los índices más altos de población con trastornos alimentarios. Contacté con la familia Robinson a través de su fundación, aunque inicialmente no me di cuenta de que me había inspirado en su hija.

Portada de ‘The Epilogue’ (foto cortesía de Josef Chladek)

¿Qué le pareció tu proyecto a la familia?

Jan Robinson [la madre de Cammy] respondió a mi email en seguida. Utiliza la fundación como bálsamo y quería que surgiera algo positivo de la muerte de su hija. Me dijo que recordar a Cammy suponía una inmensa alegría, por lo que se mostró muy abierta en todo momento.

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El resto de la familia fue más reservada, porque no me conocían y no querían revivir todo ese sufrimiento. Pero ahora están satisfechos con el libro. Creo que para ellos ha supuesto una experiencia catártica.

En The Epilogue, la terapeuta de Cammy habla sobre cómo las presiones familiares influían en su enfermedad.

Existen más de 50 causas que pueden ocasionar un trastorno de la alimentación, nunca se debe solo a un motivo. Tampoco es nunca la culpa de nadie. Cambiar por completo el mundo de la moda no significa que dejaran de existir los trastornos de la alimentación. No es como antes, cuando solo había anuncios en las revistas o en la tele. Ahora nos bombardean con imágenes en nuestros móviles, en todas partes. Es un tema de educación, de hacer entender a los chicos que no todo es su apariencia.

Una imagen de la báscula de Cammy, de ‘The Epilogue’ (foto cortesía de Laia Abril / INSTITUTE)

En ambos proyectos haces fotografías de fotografías que encuentras. ¿Qué significado le das a eso? ¿Qué vínculo existe entre la nueva imagen y la original?

Debido a lo sencillo y mundano de las imágenes originales en Thinspiration, las fotos no siempre logran reflejar lo que las chicas querían expresar. Por ejemplo, ellas quieren demostrar el hueco tan grande que tienen entre las piernas pero hacen fotos en las que se ve toda su habitación o el baño, etcétera. Yo me centré en lo que ellas querían mostrar. Pulí esa visión. El hecho de que esas fotos se expusieran en museos constituye una expresión irónica sobre el ideal de belleza.

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The Epilogue es totalmente distinto. No modifiqué las fotos que encontré. Fotografié el presente y el pasado lo reconstruí con las fotos del instituto, pero a ella no la podía fotografiar porque estaba muerta. Por tanto, las fotografías de fotografías son una herramienta para explicar una historia. Thinspiration es una especie de diálogo entre mi fotografía y la suya, un proceso de archivo: recopilo entrevistas, mis fotos, las suyas, documentos…

Las imágenes de Thinspiration son impactantes. ¿Con The Epilogue intentaste contrarrestar eso buscando un nuevo lenguaje visual para hablar de los trastornos de la alimentación?

A veces te interesa impactar y otras veces, no. Con Thinspiration quería impactar porque, si no has visto esas imágenes, no puedes hacerte a la idea de lo horribles que son.

Todo el mundo sabe que la muerte es trágica. En The Epilogue, quería mostrar el sufrimiento de Cammy y el proceso de duelo. Tienes que ser mucho más delicada para lograr la atención de la gente. Es como el fotoperiodismo: está bien enseñar fotos de gente asesinada cuando estás denunciando eso, pero si lo que quieres es que la gente entienda lo que está ocurriendo, debes buscar una aproximación visual distinta.

Gracias, Laia.

@rachsh

Puedes ver más sobre ambos proyectos en la web de Laia.

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