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Música

J Balvin casi toca en el Estéreo Picnic

Sergio Pabón, un romántico ex punky de 29 años, nos habló sobre las raíces de su festival, revelando entre palabras el espíritu que le ha dado vida al árbol del que todos andan colgados. Lectura obligatoria para todo aquel que desde el jueves cape...

El entrevistado no es el mejor modelo ni el entrevistador el mejor fotógrafo, ¡pero qué carajos!

Charlamos con Sergio Pabón, uno de los responsables de un evento musical que, sin lugar a dudas, se ha convertido en uno de los más resonantes del país en los últimos años. Cabeza de T310, la ambiciosa productora que desde hace casi una década ha azotado a la escena indie de la capital con algunos conciertos memorables, este romántico ex punky de 29 años nos habló sobre las raíces de su festival, revelando entre palabras el espíritu que le ha dado vida a ese árbol del que hoy tantos andan colgados. Aparte de un exclusivo detrás de cámaras del tremendo cartel que él y sus colegas se armaron para esta edición, algunas reflexiones incisivas sobre la escena local y dos o tres abrebocas de lo que se nos viene hígado arriba la próxima semana, Pabón confesó, entre otras, que para salvarse de una quiebra que parecía inminente el año pasado estuvieron a punto de invitar a tocar a nadie menos que J Balvin…

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Faltan pocos días para el Estéreo Picnic, así es que vayan preparando las excusas para capar clase y/o pedir días de descanso en el trabajo. A continuación, unas palabritas para ir calentando el parche.

Recuerdos del primer Estéreo Picnic, para el que había que madrugar a las 10 am para ver a The Hall Effect.

VICE: ¿Cómo van?

Sergio: Ansiosos.

¿Cuánta gente esperan?

40 mil personas entre los 3 días de festival.

¿40 mil? Mierda, la vaina ha crecido rápido…

Sí, pero todavía estamos muy lejos de países como Chile en Latinoamérica. Es raro, porque uno espera alcanzarlos en algún punto, pero nada… eso allá  sigue creciendo y más rápido de lo que crecemos nosotros, siendo que allá ya debieron haber llegado al techo. Pero ahí vamos…

Recuerdo que varias veces durante estos años me confesaste sobre lo difícil que estaba resultando sacar adelante el festival, que incluso  estaban a punto de tirar la toalla…

Sí, pero ya estamos al otro lado en el sentido de que el festival se ha logrado posicionar, la gente le ha creído y las marcas también.

Sí, porque ya no le cabe un loguito más a ese cartel, ¿no?

Sí, jeje… eso va a parecer Alkosto, vas a ver. Pero la vaina va bien. El mercado va mejorando.

¿Cuánto llevas en este rollo de armar conciertos?

Como diez años.

¿Cuál fue el primero?

Uno de Julieta Venegas en Medellín. No se si te acuerdes, pero antes hacíamos fiestas en Siam y eso, en La Candelaria, pero no eran eventos grandes. El primer concierto grande fue ese. Éramos muy chiquitos, no sabíamos hacer esa mierda y nos fuimos de culo muy duro. Luego no teníamos con qué responder ni ni mierda. Terminamos endeudados. Pero de alguna manera eso como que nos motivó a seguir.

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Hablando desde la experiencia, ¿hay alguna clave para el éxito de un concierto?

No hay claves. Tiene mucho que ver con el feeling que tengas del mercado, pero por más que llevemos años en esto, es frecuente que nos equivoquemos. A veces nos sorprenden algunos en los que no esperamos ventas tan positivas, pero hay veces que pensamos que vamos a la fija con un artista y nos va muy mal.

¿Por ejemplo?

El último de Illya, hace 15 días. Pensábamos que iba a funcionar, pero no. Y eso que era con Systema Solar. En cambio antecitos hicimos La Mala Rodríguez con Bomba Estéreo y éxito total. Ese es un ejemplo claro: dos conciertos muy parecidos, para la misma gente y con boletas muy baratas, pero uno funcionó muy bien y el otro no. No hay una herramienta tangible que puedas usar para medir esto.

¿Cuál ha sido la caída de culo más brava?

El tercer Estéreo Picnic, el del 2012, en el que tocaron Caifanes y MGMT. Esa mierda fue básicamente “apague y vámonos”.

¿Cuánta gente fue?

Como 4 mil personas.

¿Y les fue como el culo?

Sí. Así muy, muy mal.

Sergio cuelga este cuadro en su oficina para recordar cada mañana esa vez que por poco se va de culo pal' estanco.

Y fue ahí que estuvieron a punto de tirar la toalla…

Sí. Es que de verdad no habían señales que indicaran que esto podía llegar a funcionar. Todo era paupérrimo. El apoyo del sector privado era pésimo. El de la gente, peor, no vendíamos nada de boletas. En un punto hicimos una votación y se acordó unánimemente, aunque sin mí, porque yo era el único que estaba en contra de la decisión, de nunca volver a hacer Estéreo Picnic. Ya no resistíamos más. Pero lo volvimos a hacer al año siguiente con The Killers como headliner.

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En algún punto hasta pensaron en meter a J Balvin en ese cartel para sacar la vaina adelante, ¿no?

Sí, jeje… fue justo en ese momento en el que no le encontrábamos la vuelta, incluso con Balvin se habló y teníamos hasta un negocio acordado. Ahí dijimos como “Armemos una tarima con Balvin, Fonseca, Carlos Vives y toda esa gente para ver si vendemos boletas”, porque es que no podíamos desaparecer por seguir obstinados en una movida musical que no nos estaba devolviendo. Pero al final nos echamos pa’ atrás y dijimos “No, seamos fieles a lo que hemos construido”.

Y entonces trajeron a New Order…

Eso fue muy cabrón. Ellos no estaban en los planes de nadie, no venían a ningún festival de Suramérica ni nada, pero los queríamos, entonces comenzamos a escribirles pero ellos no paraban bolas, les valía güevo. De un momento a otro llegó un mail que decía que había algo de esperanza. Justamente yo estaba en Inglaterra entonces me fui a buscar a la manager y a contarle de nuestro festival… y güevón, de un momento a otro, después de seis meses de que no pasara nada, la vaina resultó. Incluso ya teníamos el cartel listo y lo teníamos que lanzar, fue como: “Tenemos que definir esto de aquí a pasado mañana” o nada. Solo faltaba la confirmación. Faltando horas para el anuncio nos confirmaron y nos tocó hacer un afiche nuevo y todo. Una putería. Eso sí que fue muy emocionante.

¿Y eso fue lo que los salvó?

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The Killers y New Order. Esos nombres.

¿Y por qué The Killers?

The Killers es una banda de estadio en el mundo, gigante y carísima, que sabíamos que iba a atraer lo que necesitábamos.

¿Cuánto es carísima?

550 mil dólares… que además ni teníamos cómo pagar.

¿Y entonces cómo hicieron?

Lo de Killers lo hicimos a pulmón. Desde ahí las ventas del festival empezaron a ir muy bien y de la misma taquilla les pagamos la primera parte. Y alcanzó, pero digamos que para el segundo pago nos demoramos como 20 días. Me acuerdo que me persiguieron por todos lados, pero la verdad es que no teníamos cómo pagarles, estábamos esperando a que las ventas llegaran a donde necesitáramos para poderlo hacer, hasta que llegaron y les pagamos y se pudo hacer ese festival que sin duda fue el punto de quiebre. Entonces sí, que nos soltaran esa banda fue definitivo. Es una banda que ya había venido antes con Evenpro, pero no era el tipo de banda para nosotros, que éramos una productora indie, chiquita. Pero bueno, ellos confiaron en nosotros y güevón: esa vaina salió rebien y esos manes salieron de aquí a decir que qué chimba de festival, que la pasaron del putas. Y ya después todo fue más fácil. Y también nosotros nos creímos el cuento de que se podía.

Bien mirado, el cartel del año pasado hubiera estado hasta sabroso de habérsela jugado el festival por el viejo J, ¿no?

Se la jugaron todita…

Sí, fue duro. No ha sido fácil, varias veces hemos estado endeudados, sin tener con qué pagar, pero no se… el festival siempre ha tenido como un ángel. Cuando nos iba mal, a los conciertos que hacíamos alrededor les iba  muy bien. Nos iba como un culo en Estéreo Picnic pero luego hacíamos Justice y sold out, Damian Marley y sold out, cuatro shows del Zoé Unplugged y sold out. Así hemos logrado salir de la inmunda. Misteriosamente todos los conciertos que hicimos luego de ese festival en el que nos fue como un culo fueron muy exitosos.

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El de Justice fue animal.

¡La gente loca, desaforada como yo jamás había visto! Las nenas botándoles brasieres a los manes, mostrando las tetas. ¡Y era martes! Yo decía: “¿Qué putas está pasando acá?”. Ese día fue muy la verga. Ese día yo dije: “Bogotá está lista”.

Y como que sí, esta edición al parecer va a ser un éxito.  ¿Cómo van?

Todavía nos falta vender algunas boletas más para poder llegar, pero ya  estamos casi del otro lado.

¿Y qué tan bravo va a ser?

Nunca se ha hecho un evento así en Colombia. Jamás. Se cuidaron los detalles al máximo y a todo nivel. Desde los camerinos, la tarima, los equipos, los pisos, las carpas… todo. Y todo con un estándar de primerísimo nivel que nunca habíamos tenido aquí. Lo que vamos a tener es un lujo muy hijueputa.

¿O sea que sí va a valer la pena que los chinos se hayan ahorrado lo del almuercito de seis meses para comprar la boletica?

Sí. Yo se que es una entrada cara para cualquier chino, pero si tú sumas la cantidad de bandas que van a haber, el hecho de que sean tres días y eso… es barato. Y también es un modelo que está basado en la confianza. Que ellos confíen en nosotros. Las boletas de Creyentes que sacamos al principio costaban 150 mil pesos. ¡Eso eran 50 mil pesos por día!

Eso fue antes de sacar cartel…

Sí. Ya después han ido subiendo y subiendo, pero sin duda esto es una apuesta a enseñarle a la gente a comprar con tiempo. La cultura de la preventa. De que no dependa de si traemos a X o a Y artista, sino a que entiendan de que se trata de una experiencia lo suficientemente chévere como para que valga la pena apostarle. A la gente que copió,  pues le salió más barato. A los que aún no se deciden, sí les va a salir más costosa.

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¿En cuánto está la boleta ahora?

En 600, un precio que para un pelao universitario es alto, pero incluso si tú te pones a pensar y a ver cuánto cuesta ir a ver a Metallica o a cualquiera de estas bandas en el Simón Bolívar, pues güevón, te cuesta 300 barras fácilmente. Pero esto son 40 bandas, tres días y sobre todo: una experiencia que va mucho más allá de pararse en una multitud en el Simón Bolívar a ver un concierto. Además porque te puedes tomar unos traguitos con tus amigos.

¿Qué más, aparte de las bandas, va a haber en esta edición?

Vamos a tener feria gastronómica muy amplia, un mercado hippie el hijuemadre con una tarima en la que para estar vas a tener que meterte en una piscina de bolas, una decoración muy bacana en la que hemos invertido no solo mucha plata sino tiempo y ganas, varias actividades extremas, como por ejemplo una en la que te vas a poder tirar como de un edificio en llamas para caer en unas colchonetas gigantes… en fin, muchas cosas así. Pero sobre todo lo que más va a haber es pasto. ¡A uno aquí se le olvida lo que es tirarse en el pasto! Nosotros hemos pensado mucho en términos de escala: en el tema de cómo hacer que en un evento masivo puedas tener espacios para vivir experiencias uno a uno, tú y tu novia. Un espacio donde se puedan sentar y que se pueda sentir íntimo y privado a pesar de que en el mismo lugar puedan haber miles y miles de personas. Que te sientes ahí con tu chica con una cerveza en la mano y puedas ver a los Pixies por primera vez en Colombia es una experiencia mucho más bonita que la de estar en el parque Simón Bolívar en medio de la multitud. Entonces hay mucho pasto, mucho heno, muchas de estas sombrillitas, mucho de esa escala uno a uno. Y ese es precisamente el concepto de este festival.

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Tú te metiste a este rollo de hacer conciertos un poco inspirado en Julio Correal, conocido promotor y mánager de bandas como Aterciopelados, que era amigo cercano de tu familia y es como tu padrino en la vaina…

Sí. El man es el mejor amigo de uno de mis tíos y siempre estaba metido en mi casa cuando estaba en la época de Aterciopelados. El man siempre estaba ahí, en los diciembres y eso, de vacaciones, borracho y contando sus historias de giras y de conciertos. Historias muy del putas. Y para mi como niño eso era increíble. De hecho el primer concierto al que yo fui en mi vida fue uno de los Cadillacs, Juanes y Aterciopelados. Julio me llevó en la van con los Fabulosos. Eso para mi era como Disney. Recuerdo que Vicentico venía fumándose un cigarrillo, nunca se me va a olvidar. Ese día me enamoré del mundo de los conciertos. Yo tenía por ahí 8, 9 años.

Y ahora por fin vas a traer a los Cadillacs…

Sí, es la primera vez que los vamos a traer a Colombia. No te imaginas lo que significa eso para mí. ¡Fue mi primer concierto!

¿Qué otra banda así que te hayas soñado pudiste traer?

¡A los Pixies! Recuerdo que entre nosotros siempre decíamos: “¿Se imaginan traer a Pixies algún día?”. Y lo decíamos como si fuera la mierda más imposible del planeta, porque la verdad es que lo era. Pero ahorita van a estar en el  festival y ese momento va a ser épico. ¡Muy épico!

Postal de un martes cualquiera en el que hubo tetas y justicia en Bogotá.

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Hablando de curaduría, ¿cómo hacen el cartel? ¿Cómo dan con todos  estos  nombres?

Pues marica, eso surge de una primera conversación aquí entre todos en donde hablamos de los sueños de cada uno… y claro: ahí es donde  Radiohead siempre resulta como la primera opción… jeje. Ahí intentamos conectar mucho con los sueños de la gente, con las bandas que la gente quiere ver. Intentamos meter bandas representativas de los géneros alternativos, que haya reggae, electrónica, rock… que haya para todos los gustos. Luego también empezamos a ver qué está pasando con los festivales del continente, quién va a ir a Coachella, al Vive Latino, a los Lollapalooza de Chile, Brasil y Argentina, a otros festivales que hay por aquí alrededor. A partir de ahí hacemos una gran lista y comenzamos a buscar esos puntos de conexión entre los wishlists y la realidad y ahí la vaina se va depurando. Luego comenzamos a contactar a las bandas,  algunas dicen de una que no, con otras se comienza un proceso de negociación largo y en fin, así. También pensamos en un cartel que funcione para el mercado colombiano, que es súper difícil, porque partiendo de que no podemos tenerlo todo, a veces por cuestiones de presupuesto nos toca decidir entre bandas. De pronto resulta que Arcade Fire está bajando al continente pero finalmente se decide no hacerla porque pensamos que es muy cara para lo que significa en Colombia.

¿Cuánto vale Arcade Fire?

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Está alrededor de los 400 mil.

¿Y cuánto vale la más cara de este cartel?

900.

¿Red Hot Chilli Peppers?

Sí.

¿Y NIN?

A Nine Inch Nails la sacamos en 250.

Uno pensaría que es mas costosa, ¿no?

Pero es porque justamente es una banda gigante en el mundo pero no en Colombia, como los Chilli Peppers lo son. Aquí incluso alguna vez se canceló un concierto de ellos por malas ventas… y pues ellos tenían que entender que si querían venir tenían que adaptarse a nuestro presupuesto. Fue una negociación dura.

¿Cuánto pidieron ellos en principio?

No funciona como que ellos pidan. Tú ofreces lo que más puedes y eso fue lo que hicimos. Y claro, la primera respuesta de ellos fue: “Esta oferta es una mierda”, pero nosotros les dijimos que era una buena oferta para Colombia, y por esa razón: porque no son tan grandes acá. Y ellos lo saben. Ellos saben dónde son grandes, dónde se mueve su música, quién está comprando el disco en iTunes, quién no. Y pues eso es lo que valen aquí.

¿Y vienen con todo ese montaje con el que están rodando?

Sí, traen todo. Es una carga la hijueputa. Es el mismo show que van a hacer en el Vive Latino, en los Lollapaloozas. Yo lo vi en Lollapalooza Chicago y es un show muy pasado. Es un show que evoluciona constantemente.

Ustedes han hecho muchos conciertos memorables. Recuerdo un sold out doble de Bomba Estéreo con Systema Solar, dos noches seguidas en el Teatro Metro de Bogotá por allá en el 2010…

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Ese fue bien importante para la escena local. Otra mierda que ha pasado y que es bien jodida es que antes hacíamos conciertos de Chocquibtown, de La 33 o de Bomba y eran sold out. Bandas nacionales que vendían dos  mil boletas. Hoy por hoy es muy difícil que una banda local logre eso, a pesar de tener más experiencia, mucho más recorrido mundial, discos nuevos…

¿Y a qué crees que se debe esto?

El colombiano no consume local, no se… es como si no estuviéramos orgullosos de lo de acá.

¿Entonces no es que ustedes prefieran invertir en lo extranjero por encima de lo local, como muchos de sus detractores los acusan, sino que lo de acá no les funciona?

Pues marica, lo que pasa es que si uno se queda esperando a que una banda local venda las boletas que necesitamos vender, sobre todo para hacer el tipo de montajes que queremos hacer, pues no se va a lograr. Es triste, pero es así. Y las hemos tenido a todas… o a la mayoría. Hay un par con las que no hemos podido llegar a acuerdos, pero todas las bandas nacionales importantes han estado en nuestros conciertos. Lo triste es que no marcan la diferencia… no se, como que nuestra industria no ha despegado. Tú ves, por ejemplo, el mercado local de México, con bandas que llenan estadios. A mi me da mucha envidia ver cómo Zoé vende el Foro Sol de México para 50 mil personas. ¡Marica, es lo mismo que vende Foo Fighters allá! Aquí no hemos podido producir estos fenómenos, por lo menos desde la música alternativa. Seguro Carlos Vives en su momento llenaba así, no se, pero en todo caso creo que hoy en día jamás lo haría.

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¿Cuál es la apuesta de ustedes frente a la escena local?

Marica, nosotros quisiéramos que las bandas alternativas se volvieran grandes. Y nada nos podría convenir más porque muchas veces traer artistas de afuera es difícil y muy costoso. En cambio, teniendo aquí a los artistas a una llamada de distancia, siendo además que hay amistad entre ellos y nosotros, pues sería mucho más fácil. La idea nuestra siempre ha sido desarrollar talento local, desde tomar el riesgo de coger a una banda que nunca ha tocado en una tarima grande y mostrarla por primera vez en nuestro festival o ponerla en alguno de nuestros conciertos, hasta hacerle un acompañamiento en términos de desarrollo, y a medida que vayan creciendo poder pagarles mejor, ponerlas en spots más importantes y así, lo que pasa es que es una apuesta que en mi opinión falla en parte porque no somos los únicos actores que debemos apostar. Mientras la radio en este país no cambie, los medios de comunicación no les abran las puertas y todos estén dispuestos a invertir ahí, pues difícil. Mientras todo ese circuito que compone esta industria, mientras todo ese círculo de actores no esté dispuesto a jalar al tiempo y para el mismo lado, siempre va a haber algún sector rezagado. Entonces por más que tú los pongas en los conciertos, si no suenan en la radio pues nunca van a ser grandes. Si las disqueras que hay aquí no le apuestan a ese talento nacional y en cambio sigan dedicadas a vender, qué se yo, a Alejandro Fernández, pues nunca va a pasar nada. Entonces creo que por ahí va la vaina. Y lo otro es que mientras no hayan además managers reales en Colombia, toda esta gente con experiencia que se le mida a trabajar de manera seria con las bandas, pues vamos a seguir igual. Falta que toda la industria se formalice y jale para el mismo lado. Y que la gente les crea a los de acá. Que sientan el mismo amor por los de adentro que por los de afuera. Porque aquí también podemos tener rockstars y amarlos apasionadamente, cosa que no pasa yo creo que desde Andrea Echeverri. Y es que tampoco hemos logrado generar como esas figuras que despiertan esa pasión, ese misterio, no se…

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A propósito de los Atercios, ¿es verdad que declinaron la invitación para tocar en este Estéreo Picnic?

Sí. No fue un tema de plata porque no era un tema de plata. Eran otros temas internos que ellos tienen que resolver. Les rogamos, pero ellos dijeron que no, pero es justamente uno de esos sueños que tenemos ahí pendientes, precisamente para validar esta escena local. Aterciopelados tiene que cerrar una de las noches del festival porque es nuestra gran banda. Y debe ser un homenaje, como lo que va a pasar con los Cadillacs, que van a reunir gente de muchas generaciones a cantar con ellos los himnos. Himnos importantes para nosotros como personas. ¡Crecimos con ellos!

Hablando de eso, pienso que actualmente la alternativa local también carece de esos himnos que son finalmente los que vuelven grandes a una banda.  De repente eso también ha impedido que crezcan como se debe…

Pues hay uno que otro, pero es que los himnos también se hacen. Aterciopelados, por ejemplo, en su momento tenía apoyo radial, de disqueras, estaba MTV… en fin, era el momento dorado de las bandas de rock latinoamericanas de la época. Hoy, por el contrario, está un caso como el de Fuego de Bomba Estéreo, que hasta que no entró en la radio más mainstream de este país no se volvió un himno, pero eso  fue 3 o 4 años después de ser un himno de la escena alternativa y underground de esta ciudad. Para las bandas de hoy en día es duro marica, ¡es muy duro! Y por más que nosotros queramos ayudar, yo no se cómo más, porque el camino es muy empinado.

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¿Por cuáles bandas locales se la han jugado ustedes?

Por muchas, pero así que yo vea una banda local que la va a romper, hoy por hoy con todo lo que he vivido me doy cuenta que la tienen muy de parriba. Y la verdad, no porque los pongamos en el Estéreo Picnic y les hagamos prensa o hablemos maravillas de ellos la van a hacer. Pero ahí seguimos. Y yo sí espero que por lo menos una rinda sus frutos. Otra cosa que pasa con muchos locales es que les falta como la actitud. Andan más bien como de víctimas, echándole la culpa a la radio o al Estado o al Estéreo Picnic que porque no hay apoyo. Y no, en esto eres tú contra el mundo. ¡Hoy en diá eso es lo que hace a una banda grande! Que haga la suya y que le valga verga la radio y todo eso. Es enfrentarse a todos solitos y sin dar el brazo a torcer. Y eso hace falta acá: cabrones obstinados con ideas poderosas. Aquí no ha llegado el primero a decirme: “Me tienes que poner en tu puto festival porque con esto que tengo voy a comerme al puto mundo y el día de mañana vas a poder decir que me descubriste”. ¡Ni uno! La verdad es que también faltan argumentos en la escena. En el rock, por ejemplo, no hay una sola apuesta para hacer hoy en día desde Colombia. En la onda folclórica hay unas bandas que tú ves y son increíbles, hasta en el hip hop, como los Alcolirykoz que son tremendos, pero en el rock yo no veo una banda representativa.

El “rock” como tal está en crisis…

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Sí, está pasando por un momento muy hijueputa.

También porque ya es como otro tipo de rock, ¿no? Y particularmente acá, que el fuerte ya son propuestas más del tipo “rock del pueblo”…

Hay otras preocupaciones muy válidas, como el tema de coger el folclor y convertirlo en nuestro rock, donde hay unas bandas tremendas y muy buenas y otras muy experimentales y radicales que no se hasta qué punto vayan a llegar o si incluso estén interesadas en entrar en este juego, lo cual también es una posición válida…

Pero estas bandas también están en una posición muy parecida a la de ustedes, finalmente, que desde lo independiente proponen algo más alternativo en un escenario cultural conservador. A ustedes les tocó entrar a jugar un poco el juego de lo comercial para poder hacerla, en todo el juego de las grandes marcas y eso. ¿Cómo manejan este tema que es siempre tan complicado?

Pues recordando de dónde venimos y qué es lo que estamos defendiendo, unos valores alternativos e independientes, algo que no tendríamos si no hubiéramos recorrido las calles de esta ciudad y la escena más underground haciendo fiesticas para 100 personas y cayéndonos de culo. Fue ahí que nos ganamos la credibilidad de mucha gente y aprendimos qué es lo que importa. Aprendimos que si tú tienes un aviso en El Tiempo, eso le importa a las marcas porque saben que su logo está ahí y eso de cierta manera los valida, pero nosotros no vendemos boletas porque tengamos un aviso en El Tiempo. Estamos vendiendo boletas porque la cultura crítica, cierta masa crítica de este país, nos está creyendo. Es una credibilidad que no se ganó a punta de avisos.

¿A quién representa el Estéreo Picnic?

Yo creo que representamos a un par de generaciones jóvenes que estaban cansadas de que la oferta cultural de este país no tuviera nada para ellos. Es gente que no quiere seguir el camino que le traza el mainstream o el establecimiento. Yo creo que representamos a esa gente joven que estaba buscando otra opción para celebrar la vida.

¿Y tú cuándo conectaste con ese sentimiento?

Me acuerdo de un momento que creo que fue el que marcó todo. Estábamos con Santiago, uno de mis socios de aquí, acampando en Imola, en Italia, en un festival que se llamaba Heineken Jammin’ Festival donde tocaban The Cure, Massive Attack y otras bandas, un cartel así tremendo. Estamos hablando de hace como doce años. El caso es que estábamos acampando y comenzó a llover y a nuestra carpa se la llevó el viento. Y quedamos ahí, mirándonos cagados de la risa, y de repente nos paramos y salimos corriendo a perseguir la carpa por todo el festival mientras llovía. Fue uno de esos momentos que definieron mi juventud y lo que yo entiendo como felicidad. Fue una unión de amistad inolvidable, un momento de éxtasis total. ¡Y por una estupidez! Pero ahí descubrí, sin darme cuenta en ese momento sino mucho después, que de eso se tratan los festivales. Algo que tiene que ver con el hecho de ser joven y libre. Correr y emborracharme y caerme y embarrarme. Esa sensación de libertad que experimentamos ahí por primera vez, lo cambió todo para mi y fue cuando entendí el verdadero poder de la música. Y por eso es que la música es tan importante. Porque tiene esa facultad. Ya después vinimos aquí a intentar replicar un poquito ese sentimiento y a compartirlo con la gente.

Y cuál es el objetivo: ¿volverse millonarios?

Pues claro que tiene que ver con un tema de poder vivir de esto. Recuerdo por ejemplo la mañana después del festival pasado, el de los Killers, que me desperté con mi novia al lado y pensé: “¡Mierda, eventualmente podemos tener una familia y vivir de esto!”. Yo la verdad siempre tenía mucho miedo de que con esto no pudiera tener un hijo o pagarle un colegio. Pero sí. Y de eso se trata. De salirnos con la nuestra. De no tenernos que poner una corbata para madrugar todos los días a trabajar en una multinacional que te exprima los siete días de la semana y las 24 horas del día. De viajar por el mundo a festivales para ver bandas. En ese sentido ya somos millonarios. Pero también de otra cosa. El otro día se me acercó una nena y me mostró un tatuaje gigante y hermoso de Nine Inch Nails que tenía en la espalda. ¡En toda la puta espalda! Y se me acercó así con los ojos aguados y me dijo: “¡Gracias!”. Eso es lo que vale. Y era un tatuaje de Reznor, no de J Balvin.

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Sigue a Nicolás en Twitter: @nikovc