Todos lloramos y está bien

El verbo que más utilizo en mi diario es llorar y hace mucho que soy consciente de esto. Y eso me tiene sin cuidado. Llorar es la manera más barata de solucionar mis problemas y sentirme bien conmigo misma. Llorar es también un recordatorio de que pasa el tiempo, de que vine a este mundo sola y de que sola me iré. Llorar es un placer personal parecido a la masturbación y a comer, es un desahogo para el cuerpo y la mente, me evita el riesgo de contarle secretos a gente que quizá un día me deja de hablar, no me importa hacerlo en el metro cuando de plano no puedo aguantarme para llegar a casa y me brinda una estabilidad emocional increíble porque me recuerda que no puedo criticarme por comportarme como humano.

Tal vez sea un refugio para no salir adelante, sentirme bien con no solucionar del todo mis problemas, tal vez sea también un recordatorio de que estoy viva y sólo eso. Más que preguntarme lo que es o significa, tengo la necesidad de dejarlo fluir, la verdad es que encuentro sorprendente cuando alguien no lo experimenta de la misma manera que yo y siento que nunca entenderé cuando alguien siente vergüenza o lo ve como una debilidad.

Estas fotografías son de personas llorando, el exterior es común, el interior pudo haber sido Titanic, un recuerdo triste o gotas para después de fumar.

Agradecimientos especiales a Manuel Moncayo por su edición a este texto.