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Pequeñas princesas de Long Island

No hay niñas bronceadas ni en trajes de baño, todo se trata de la personalidad y su belleza natural.

Son las diez de la mañana de un domingo, y me veo rodeada de hombres de ventitantos con botes de cerveza. Puedo ver el dolor de la resaca en dos mujeres a dos asientos de mí. Para los neoyorkinos esto es algo muy normal. Me encuentro en el ferrocarril de Long Island, y no estoy en un viaje placentero sino para asistir a Little Miss Long Island, un certamen de belleza en Westbury. Este evento es el paraíso para los programas de televisión. “¿Qué es VICE?” preguntó Debra Marra, la fundadora y directora del certamen, con un acento muy pesado de Long Island cuando hablamos por teléfono hace unas semanas. Le expliqué, pero ella no entendía. No le importó, ella estaba emocionada por platicarme del certamen. Y me dice que esto no es nada como Toddlers & Tiaras, un programa de televisión que muestra la preparación de niñas para el concurso. “Toddlers & Tiaras es para la televisión, obviamente”, dijo. “Este es un certamen local. Una niña —la ganadora— se llevará un contrato con una agencia de modelaje.  Nosotros no le pedimos a las niñas que se sometan a un bronceado ni mucho menos usar pelucas. Yo creo que eso es lo que nos distingue. Depende de las mamás. Yo no permito competencias de traje de baño, como lo hacen en Toddlers & Tiaras —pienso que no es apropiado tener a las niñas caminando en trajes de baño. No me gusta eso—. Este certamen se basa en personalidad y belleza natural”. Entré al edificio con mente abierta, caminé por los pasillos rodeada de espejos hacia un cuarto donde se albergaba el certamen. El DJ, un hombre en sus cuarentas con un bronceado estaba amenizando el concurso con canciones populares como,“Blurred Lines”, mientras las niñas bailaban en la pista. Me fui a las mesas de los vendedores, vendían cosas como ropa para concursos de belleza, labiales, Tupperware, entre otras cosas.

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“Maliyah ha estado haciendo esto desde que tiene seis meses”, explica Susan Snyder, la mamá de una concursante. “Para esto no hay capacitación. Sólo le pones un chupón y ¡la subes al escenario!” A los dos años de edad parecía que Maliyah era toda una profesional de los concursos, pero este no es el caso para todas. Se debe saber que la edad no tiene nada que ver con la experiencia en el circuito de certámenes en Long Island. Para la concursante mayor —una niña de ocho años— Gianna Aliani dijo que este era su mundo. “Yo he estado rogando que me dejen hacer esto”, dice, mientras su tía me explica que es una niña con muchas otras actividades físicas en su vida.

Alrededor de las 12:30 de la tarde inició el certamen, y también la comida, una variedad de platos de pasta y pollo fueron servidos. “Conoce a Brooke, tiene un año de edad y su materia favorita es, ¡dormir!” dice el DJ que también es el anfitrión del certamen. Suena “Happy” de Pharrell Williams mientras Brooke le envía besos a los jueces. Unos momentos después, una joven enfrente de mi levanta una decoración del centro de la mesa, una muñeca en un vestido rojo, y dice: “¿Qué chingados es esto? Está horrible”.

Y pude entender el punto de vista de Marra, sus intensiones y objetivos con su certamen de belleza. Sería imposible ignorar la gran cantidad de estereotipos de género que hay en un certamen. Después de pasar seis horas con un grupo de gente de Long Island, es claro que el evento tiene a concursantes que se toman en serio, pero tampoco tanto. Hay una tensión y energía competitiva en el evento, pero en general la vibra del lugar es de motivar a más personas —las madres dicen que dejarán de participar el momento que sus hijas sientan que ya no se están divirtiendo.

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El día sigue, y puedo sentir el spray de cabello, sudor, lágrimas, vueltas y giros. Después de mostrar su talento, ropa y diferentes atuendos los jurados tomaron nota y sumaron sus puntos para ver a quién sería coronada como la nueva Little Miss Long Island. Cuando pregunté qué se necesita para ser Little Miss Long Island, la juez Anna Mauro explicó que se basa en “talento, originalidad, sonrisas y cabello”. Pasó media hora y llegó el momento del anuncio: una ganadora y diez finalistas. Aquí todas se irán a casa como ganadoras. Una por una, las concursantes pasaron por sus coronas y trofeos, y tenían una sonrisa de oreja a oreja. Gana sólo una niña, y ganó Brooke Esposito, una niña adorable de un año de edad. Los jueces le colocan la corona en su pequeña cabeza, que está tan grande como la mitad de su cuerpo. También ganó un premio de 250 dólares. El público se soltó en risas, y Brooke comenzó a llorar.

En un instante, las niñas regresaron a sus vidas normales. En lugar de cantar y bailar para los jueces, ellas dan piruetas en el suelo. Las niñas que se tomaron el certamen muy en serio terminaron un poco decepcionadas. Pero en general, las concursantes estaban muy contentas con sus coronas. Pude escuchar una conversación entre la mamá de Brooke y uno de los jueces, un dueño de una agencia de modelaje y actuación, hablaban sobre el contrato y futuro de Brooke. Quién sabe, igual la nueva Little Miss Long Island puede ser la próxima Miley Cyrus.

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