Este artículo se publicó originalmente en VICELa gente empieza a vender drogas por razones muy diversas y simples: algunos lo hacen porque no tienen otra forma de sobrevivir, otros, porque les da poder, estatus o riqueza. También hay quienes lo hacen porque parece más fácil y divertido que un trabajo "normal". Sin importar cuál sea la razón, cuando eres dealer es muy fácil que tu vida y tus relaciones se tornen complicadas.Doy un ejemplo: una vez me hice amigo de un dealer que vendía bareta y otras cosas de vez en cuando para pagar la universidad. Pese a ser autosuficiente, mi amigo dealer sabía que sus padres se iban a emputar apenas descubrieran a qué se dedicaba. Cuando llegó con ropa nueva y cara a la casa de sus papás, tuvo que inventar que estaba trabajando en un sitio refinado y exclusivo, que era en lo que trabajaba uno de nuestros roomies. Mintiendo, se libró de toda sospecha.Tomaba fotos del uniforme de nuestro amigo y las mandaba a sus papás para convencerlos de que el trabajo era legítimo. También se robaba las anécdotas de nuestro amigo sobre lo mucho que le dejaban de propina para explicar sus enormes ingresos.
Estoy seguro de que se salió con la suya pero las mentiras y los deslices lo dejaron paranoico y terminó alejándose un poco de su familia. Hoy en día sigue siendo dealer y le sigue mintiendo a la gente (a su arrendador, por ejemplo) para que nadie se dé cuenta de su verdadera profesión.
Breaking Bad es probablemente el ejemplo más famoso en la cultura popular de lo mucho que cambia la vida de las personas cuando se vuelven dealers (aunque de pronto no tiene tanto melodrama). Si eres dealer, corres el riesgo de ir a la cárcel, de arruinar la relación que tienes con tus seres queridos, de aislarte de la sociedad (aunque no siempre es tan malo) y hasta de sufrir problemas de salud mental o adicciones.
VICE entrevistó a varios dealers para que nos explicaran el impacto de su trabajo en sus vidas y cómo hacen para manejar la presión de vender drogas.
Todos los entrevistados son anónimos.