Las fotos de Hanna Ramone son eróticas, no porno

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Las fotos de Hanna Ramone son eróticas, no porno

Como su propia modelo, Hanna usó sus fotos para explicarnos su fijación por los cuerpos desnudos en contorsión.

Hanna Ramone no hace pornografía y no le gusta quitarse la ropa; prefiere despojarse de algo que le pesa y no la deja respirar: una falda, unas bragas o un sostén que la aprisionan y la obligan a vivir de apariencias. Ama la desnudez, las tetas, los culos y los ombligos al aire; le gusta verlos delineados por la luz del sol, hundiéndose en aguas profundas y verdosas, en medio de espacios vacíos sin nombre ni sentido. Quiere que la carne dialogue con la naturaleza, como en un jardín de las delicias de pezones y entrepiernas atrevidas.

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Desde las tierras frías y grises de Nariño, Colombia, llega una chica digna de ser una musa de Bukowski. En unas Dr. Martens, con un cigarrillo sin filtro entre los dedos, penetra lo que quiere y aquello que desea retratar con su cámara desvergonzada. Sin pelos en la lengua, ni en la entrepierna, Hanna Ramone acepta que su trabajo a veces raya en lo obsceno, pero nunca llegaría a ocupar las páginas de una revista para adultos. Sin embargo, las chicas "impúdicas" de sus fotografías solo quieren hablar de erotismo que, a diferencia del porno, implica deseo oculto y no muestra todo lo que hay para ofrecer.

Le pedimos a Hanna, directora del Estudio Ramone en Buenos Aires, que nos describiera su mirada fotográfica a través de cuatro de sus mejores trabajos. Ella siendo su propia modelo, acompañada de unas cuantas chicas argentinas en sus poses más provocativas, fue la excusa para hablar de su fijación por los cuerpos en contorsión. Además, nos contó que prefiere los culos a las nalgas, que lee mucho a Foucault, y que es una romántica incorregible.

VICE: Hola Hanna, parece que te vas desprendiendo de una de tus prendas con cada foto.
Hanna Ramone: Me gusta la palabra despojarse, y yo hablaría de despojarse no solo de las prendas, sino del acto en el que ya no se necesita de los signos que realzan las apariencias; liberarse en pocas palabras.

¿Cuál es la historia detrás de esta fotografía?
Es parte de una serie que vengo realizando desde 2013. Todo surgió después de un sueño en el que todos estaban vestidos y yo era la única desnuda; era un sueño bastante obsceno, pero yo estaba ahí sin máscaras, aceptando mi propia desnudez, y eso fue exactamente lo que me encantó.

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Por cierto, hay una frase de Henry Miller que dice: "La obscenidad es un proceso de limpieza, mientras que la pornografía solo se suma a lo turbio". Bueno, mis fotos muchas veces son creadas desde lo obsceno pero, finalmente, toman un matiz que las diferencia de lo pornográfico. Lograr una imagen erótica lleva tiempo, deseo, y mucha sutileza.

En esta serie de autorretratos muestras tu cuerpo desnudo al lado de otros que no quieren mostrar nada.
En este caso la imagen sería una representación de lo onírico; muestra claramente que mi desnudez es vulnerable pues el poder de lo que se expresa se lo otorgo a quien está a mi lado. Se trata de personajes de ficción elegidos con ciertas características particulares pero, finalmente, terminan siendo parte de una especie de fetiche.

Y, ¿por qué un fetiche en blanco y negro?
Soy una romántica empedernida; el blanco y negro es un vicio para mí.

¿Piel, pezones, ojos penetrantes? ¿Qué seduce a tu cámara?
Eso mismo. Piel, pezones erizados, ojos penetrantes. Bueno, yo le agregaría cuerpos con ansias de ser libres.

¿Qué es lo que más te gusta de fotografiar las nalgas de una mujer?
No soy de las que se dedican hacer retratos de las nalgas de una mujer. De hecho, siempre deteste la palabra "nalga". Odio esa palabra. Me quedo con culo; culo suena mejor.

¿Cuál es la historia de esta chica sumergiéndose en una laguna?
Hay una referencia que siempre tengo presente cuando hago fotos en el agua: Ofelia, un cuadro de Jhon Everett. Siempre recuerdo el efecto que produjo en mí esta pintura la primera vez que la vi. Fue como si alguien estuviese acariciando a la muerte. Hay un poema de Sylvia Plath que se llama "Cruzando el agua", ella sí que sabe de ese tipo de sensaciones.

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¿Dónde está el rostro de esta chica?
Cuando leí El cuerpo utópico de Foucault, quedé estupefacta. Inmediatamente, lo que se vino a mi cabeza fue tratar de lograr una imagen en donde se mostrara un cuerpo que hiciera evidente la ambivalencia sexual. Para hablar sobre esa palabra tan transgresora que es el género, en esta imagen no predomina lo femenino o lo masculino. No hay rostro, aquí solo hay un cuerpo despojado de todo prejuicio.

Gracias, Hanna.


Hace unos días Hanna no tenía foto de perfil en Facebook. Algún reprimido con lengua peluda denunció su foto y Zuckerberg y su equipo, tal vez muy tristes, tuvieron que prohibirla porque, como dice la misma Hanna, "era de alto contenido pornográfico".

Como nosotros no tenemos ningún problema con ningún contenido, les dejamos más imágenes de esta fotógrafa.

Entrevistada por Camila Tovar.