¿Quién es Kate Moss en realidad?
Fotos por Juergen Teller, The Adult Issue, no. 179, septiembre de 1998

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¿Quién es Kate Moss en realidad?

"Realmente es una gran presión la que te ponen encima". En 1998 conocimos a una Kate Moss de 24 años para saber, más allá de las revistas y los periódicos, quién era ella.

Este artículo fue publicado originalmente en i-D, nuestra plataforma de moda.

Todas las personas del mundo conocen a Kate Moss, ¿no? Es la chica flaca nacida en Croydon que ha hecho millones modelando con Calvin Klein. La cara de la moda británica cuyo ojo se traslapa por una industria global obsesionada con la perfección. Ella se toma el tiempo para actuar como una lesbiana boxeadora en publicidades para Primal Scream. Ella parcha con Liam, Patsy, Anna, Friel, Marianne Faithful y sus novios hacen parte de la gente distinguida. Esto hace que Kate Moss sea la única súper modelo realmente cool: un estrella del jet-set que sigue brillando diez años después de haber sido vista esperando por un avión en el JFK. Sí, todos conocemos a Kate Moss, ¿cierto? Pues no.

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Kate es inteligente. No en el sentido en que, si no hubiera llegado al estrellato siendo fotografiada, estaría terminando sus tesis del doctorado en física cuántica. Pero inteligente en el sentido de que Kate Moss —la verdadera Kate Moss, la persona dentro de esa linda figura— ha logrado permanecer fuera del foco mediático pese a su gran perfil. Así que, ¿realmente la conoces? "Me pongo muy nerviosa con las entrevistas", dice Kate. Es martes en la mañana y esta entrevista presencial se ha pospuesto más veces de las que debería. Viajes de último minuto a París; celulares dañándose justo cuando debía llamar para dar detalles de una cita; Kate sola, para desesperación de muchos, desertando; y la lista sigue y sigue. La semana anterior estuve en Nueva York y ella estuvo alrededor mío, en pancartas de seis metros de alto. Cuando volví a casa, ella me miraba desde los estantes del shampoo de L'Oreal. Cuando prendía la televisión, ahí estaba ella otra vez, en un comercial de los celulares Mercury. Pero para ser una persona de la que es difícil escapar, Kate Moss parece ser muy difícil de rastrear. Sin embargo, ahí está, sentada en su hogar, con taza de té en la mano, paquete de cigarros, su voz de niña chillona que oscila entre una colegiala de Londres y una mujer de clase media de Manhattan. Ella está animada, rebosante, divina… y es sorprendente todo lo que ella cree que es "asombroso" y "bonito".

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Kate Moss de seguro tiene un estilo de vida fantástico. Pero, ¿un vocabulario colorido para describir su maravillosa existencia? Olvídenlo. Aunque, recuerden, ella está muy nerviosa. Está en una entrevista. "La manera en que un periodista puede juzgar a la gente realmente me asusta", dice, un poco a modo de advertencia para que "sea gentil" con ella, y un poco a modo de indicación de inseguridad arraigada —lo cual es un poco extraño considerando su estatus de deidad intocable e intachable—. "Comencé a dar entrevistas cuando tenía 17 años, cuando firmé con Calvin. A veces la entrevista puede ser realmente profunda y yo soy como, 'en serio, solo estoy haciendo un trabajo'". La cosa es que ella está haciendo ese trabajo desde los 14. Lo cual significa que la gente ha estado investigando sus reflexiones y pensamientos desde que —a duras penas— salió de la pubertad. Y no importa qué tan protegido o balanceado estés psicológicamente, eso te va a perjudicar de alguna manera. Ha hecho que Kate se la pase a la defensiva.

"La gente me pregunta: '¿Te consideras un ícono?'. ¿En verdad creen que me siento a pensar en ese tipo de cosas todos los días?" Probablemente. Es un error común que se suele cometer. Cuando una persona se vuelve famosa —siendo actriz, una pop star, una súper estrella o una modelo— todos se quieren meter en tu cabeza. La noción de que ahí puede que no haya nada es inconcebible. Peor, para un periodista, es intratable. Los buenos copys vienen de las buenas citas. Las grandes citas vienen de buenas preguntas. Pero Kate no quiere jugar ese juego. Ella prefiere sus propias reglas.

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Y así se haya medio abierto ante el mundo con su libro titulado Kate en 1995, la señorita Moss no nos mostró tanto de sí misma. "Hice 27 entrevistas en un solo día para publicitar ese libro", recuerda con cierta amargura, recalcando que Kate lo hacía más para reflexionar sobre el trabajo de los fotógrafos y estilistas que la ayudaron a ser lo que es, que para proveer información de ella misma. "No era más que carne lista para ser masacrada. Algunas personas dijeron cosas muy desagradables sobre mí solo para joderme. Yo me alejé y ellos fueron por mí".

Claramente, todo es muy diferente en la pasarela o en el estudio —donde Kate realmente habla—. Pocos de los que han trabajado con ella podrían decir algo malo. La mayoría menciona el mismo tema: su versatilidad. Kate puede verse como quiera y se ve bonita todo el tiempo. Puede estar feliz o deprimida, inocente o inteligente, glamurosa o raída, ella es flexible, plegable, perfecta. "En la pasarela, soy yo, pero no es real", explica. "Obviamente, estoy trabajando en nombre del diseñador. Estoy proyectando lo suyo, no lo mío". En otras palabras, cuando ella está en su mejor momento, cuando vemos sus movimientos majestuosos o vemos sus paralizantes fotos en las revistas de moda, no la estamos viendo a ella. Puedes ver a Kate Moss en su trabajo, pero nunca podrás conocer a la verdadera Kate Moss.

Sin embargo, cuando Kate se sale de su figura como modelo revela más de quién es en realidad. Miren la campaña de One-2-One. La compañía de teléfonos, jugaba con emociones políticas (el jugador de fútbol Ian Wright teniendo un One-2-one con Martin Luther King), la seria y merecedora ciencia (el inventor del radio-reloj Trevor Bayliss 'teniendo un One-2-One' con el Señor Frank 'Jet Engine' Whittle) y la comedia con payasadas (el caricaturista de culto Vic Reeves 'teniendo un One-2-One' con Terry Thomas). Pero cuando Kate se cruza en la pantalla, evidenciando la división entre la costura y la cultura 'mainstream', deseando un One-2-One con Elvis circa '56, se ve putamente elegante. Igual que como cualquiera otra persona bonita de 20 años probando su suerte.

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Los Beatles cantaban sobre una niña de unos 17 años, tú sabes lo que quiero decir. La manera en que Kate habla de Elvis, tiene connotaciones similares. No necesita que se deletree ni nada. "A los 21, Elvis era precioso", dice Kate, lejos de los contratos corporativos y las obligaciones, libre de la lujuria y la lírica. "Un amigo y yo fuimos Memphis. Rodeamos Graceland. No me gustaba tanto antes de eso, pero hay un momento en el que entras a su vieja oficina y su televisión se prende, y es una pieza de imágenes de cuando él volvió del ejército y le dice a todo el mundo Señor, y es tan encantador y… ¡ooohhh! Desde ese momento me enamoré. Compré todos sus discos. Los especiales y demás. ¡Es increíble!

Y cuando Kate está personificando un rol, vibrando con sus cosas favoritas, sazonando deliberadamente el papel con sus monocromas descriptivos ("bonito", "divertido"), ella es difícil de parar. "Alguna vez hice algo de estilismo", dice, recordando el divertido tiempo que pasó con el fotógrafo Glen Luchford, escondido detrás de la cámara para una sesión de fotos con la revista gringa Mirabella. "Pasé un gran momento haciendo eso. Fue bonito, Dije: 'Quiero verlo completo, y quiero verlo así y quiero verlo de esta manera', y Glen escuchaba. Como modelo no tienes una voz. Dos semanas después, hice una sesión con él como modelo nuevamente. En un punto dije 'Glen, ¿podemos hacerlo así? y él me dijo, 'Cállate'. Y todo volvió a la normalidad".

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'Normal', sin embargo, no le ayuda a Kate a animarse. "De cierta manera los shows se están volviendo aburridos", dice, aunque obviamente todavía hay aspectos del trabajo que todavía le despiertan emociones. "Recibo incentivos cuando hago cosas diferentes. Hice una sesión en Cuba, era la primera vez que una revistan estadounidense tomaba fotos allá, y yo acababa de hacer la primera edición de la Vogue rusa". Y vuelve a zafarse de todo, a mitad de camino del mundo en una sola frase, así como queda postrada su cara alrededor de todo el planeta con una sola sesión de fotos. Aparte de eso, la escala de dominación de Kate es aterrador. De hecho, para todo lo que se dice sobre su liderazgo en el renacimiento de la moda británica, la reina de Cool Britannia y todo eso, es posible que varios observadores casuales por fuera de nuestra pequeña isla, no sepan que ella es inglesa. En Estados Unidos, ella es la cara de cK, punto. Solo cuando sonríe, y revela sus dientes poco gringos, se puede dudar y pensar sobre su origen.

"Estoy orgullosa de ser británica", dice "Pero no me pongo a cantar el himno nacional en las sesiones. Y cuando llega a mi cara mientras estamos en los billboard, ¿por qué habría de importarme que la gente sepa de donde soy?" Sí, ¿por qué? Las barreras entre países en la moda han sido quebrantadas desde los ochenta, cuando Ralph Lauren, Calvin Klein, Gucci, tomaron sus altos nombres y comenzaron a usarlos en campañas a lo largo de todo el mundo. Pero durante los noventa, llegando a los dosmil, este ideal de buscar todo está pavoneando sus cosas en las calles más glamurosas. Este es el mundo donde Gap es rock, donde la pinta casual es rey, donde todos son alimentados con las mismas ideas y todos tienen las mismas aspiraciones (suficientemente chistoso, más y más personas querían ser como Kate). Y esta nueva cultura global casual distorsiona los límites de la edad. Kate está de acuerdo: "Puedo usar la ropa de mi mamá y no se ve mal, puedo ir de compras con Marianne y podemos probarnos el mismo vestido. No sé por qué, pero la gente está usando las mismas cosas. Es como si fuera un vestido casual. Nadie se viste de a mucho hoy en día, lo cual es una pena".

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Por supuesto, sabemos que a Kate Moss le gusta vestirse. Después de todo, es por eso que le pagan. Pero escuchando su apasionada cháchara, es como si ella estuviera en una misión solitaria para poner el estilo individual en la agenda global nuevamente. "Solo creo que es muy bonito vestirse para salir a comer o para… bueno, ya saben, para las ocasiones". Ella sobre enfatiza el vestido como una de sus cosas favoritas en el mundo. "Vestirse es divertido. De otra manera las cosas son aburridas. Hace que todo sea divertido. Hace que la ropa sea divertida, hace que levantarse sea divertido y hace que irse a dormir sea más interesante". Ah, ¿sí? "Sí. No me gusta irme a dormir", continúa. "Siempre he tenido una fobia con eso. Es porque me da miedo que algo me quede faltando o se me olvide. Es algo infantil. Todavía no lo he superado. He mejorado, de hecho ahora puedo decir que 'no', puedo decir que me quedo. Pero aún cuando me quedo, no me gusta irme a dormir. Me tomo un té y como tostadas".

¿Entonces quién es Kate Moss? Se sabe que logró llegar a las grandes ligas como la cara del segundo verano del amor. Ahora, luego de ocho años, ella prefiere el té y las tostadas. "Ya no voy a fiestas largas y oscuras", dice, y luego se ríe. "Pero sí voy a fiestas sudorosas. Fui a una en el Cobden Club", dice, recordando la fiesta de cumpleaños de un amigo en Notting Hill. "Todos estaban tan sudados que parecía una discoteca de jóvenes. Se volvió un rave en un momento, pero eso no me importó. Fue divertido". También es divertido para nosotros ver, curiosear, ser un público curioso que levanta los periódicos de la mañana siguiente, o una revista y leer todo 'acerca de la última noche de la modelo Kate Moss': normalmente es el primero tipo con el que fue fotografiada en la fiesta. Las relaciones entre celebridades es una de las cosas favoritas de nuestra nación atontada, y, ¿quién mejor que aquel que sale con Kate Moss? "No, no estoy saliendo con Dan MacMillan", reniega Kate, evadiendo las sugerencias con una sonrisa. "No, no estoy saliendo con Evan Dando (cantante de The Lemonheads)", se ríe, admitiendo que sí son una pareja, pero solo como padrinos de la hija de la modelo Lucie de la Falaise.

La lista de posibles amantes sigue y sigue, especialmente cuando el romance con Johnny Depp ya no va más —probablemente por siempre —. "Cuando eres soltera, todos asumen que estás saliendo con algún tipo", dice Kate. "Es muy molesto. '¿Con quién va a estar ahora?' ¡No te pueden ver con nadie! ¡No quieres que te vean con alguien! Y si alguien te gustó…" Se desvía, contemplando la prensa y los parámetros que le imponen a la vida privada de las celebridades, antes de volver en sí, como la niña de Croydon High Street que es: "Realmente es una gran puta presión la que te ponen encima".

Claramente, la verdadera Kate Moss es alguien que no disfruta estar soltera. "Es trágico estar solo", dice, usando la palabra 'trágico' de la manera libre en que se usaba en el colegio, cuando los novios o las monas del álbum eran lo único que importaba, y cuando la tragedia real —como cuando mataron a tres niños en Drumcree— eran solo cosas aburridas que reportaban en los grandes diarios. "Es agradable estar con alguien. Mejor que estar solo, definitivamente. Es agradable estar soltero por un minuto, pero después se vuelve aburrido. Es agradable estar con alguien con el que te puedas reír". ¿Pero acaso Kate se pone melosa? ¡Claro que sí! Las flores la ponen así. Las flores son hermosas. Digo, tengo que estar muerta por la otra persona para ser melosa con ella —no es como que cualquiera me pone así por solo regalarme flores—. Pero otras cosas me vuelven melosa… como una taza de té en la mañana".

Sí, ella es pícara. Eso es un hecho. Y ella puede reírse de sí misma. Pero después, lo necesita. En un día típico de trabajo ella debe pasar de un canal de televisión que tiene como eslogan: 'No sería grandioso si Kate Moss fuera gorda' (y, como su nombre es de dominio público, un abuso así es totalmente legal). Ella debe enfrentarse a los periódicos que hablan de los £400,000 que cuesta su apartamento. Ella debe enfrentar estudiantes que usan fotos de su cola y las juntan con frases como: 'Estás mejor bajo los Conservadores'. Y luego debe enfrentarse a gente como yo, que la acecha, tratando de conocerla, tratando de descifrarla, tratando de entender qué la mueve, tratando de saber quién es ella. Mientras tanto, ella opta por ignorar todo eso. "No hay nada que yo pueda hacer al respecto", dice Kate. "Y realmente, todo es pura mierda".