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La pura puntita

Zopencos

Una novela sobre la vida en los zooburbios.

Traemos adelantos de los libros que te van a ensartar en las mesas de novedades.

Además de escritor, conductor de radio y un extraordinario cocinero (hace mejor paella que tu abuelita), Antonio Calera es dueño de Hostería La Bota: un bar a toda madre en el centro de la Ciudad de México. Ahora tenemos el gusto de presentar un fragmento de su divertidísima novela, Zopencos, recién publicada por Ficticia. Creo que con este extraordinario título, no merece mayor presentación, aunque Calera aclara que ésta es la historia de “un grupo de mozalbetes bobalicones —ese ramillete natural de gente prángana e indeseable del que fuera uno parte alguna vez—, que no tuvo más que echarse un clavado a esa estampida salvaje de cosas que fue vivir en un suburbio en los años ochenta”. ¡Provecho!

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(… lo que pasó con  los fosaséptikons fue una cosa muy distinta, por la culpa más bien de toda esa vomitada de idiotas, besaculos, chupapilas, lamepollas, sobapichas, jalatubos, tragaleches, la forma de vida más trunka sobre la tierra. como parir un hijo de pauli shor. o de criter. o de carri. o de donkicong. o de yogi el oso. o de rosita fresita. o de reinbou brait. y eso que aquella puñeputonga sería apenas el inicio de la guerra entre santa frígida y los del otro lado del boulevard, porque faltaban meses y meses de asaltos, batallas y guerras con el puño cerrado, con patadas, con palos, con fierros, puñeputongas con lo que fuera. un día tras otro, siempre la misma receta. puñeputongas y todo está resguardado, con pelos y señales, en las libretas. para que luego no me digan que lo invento todo, que se me olvidan cosas, para que quede bien guardado quién hizo qué en estos comandos de la sangre y el dolor.)

(…la historia va más o menos así a resumidas cuentas. pato feo se enterca con una pik de cara oriental con el nombre de estrella ninja. se fusionan por un tiempok prolongado hasta que el jefe en el trabajo de estrella ninja se inventa un nuevo entretenimiento. cada vez que pasa la señorita su jefe le da su sobadita, le toca sus gongoritas, hasta que un día de plano le baja la faldita y le masajea su lindura de osito de peluche, el colofón, su punto de reunión, su calaverita, su fangoria, su antro, su barba negra, su asteroide o como le quieran llamar. un día como cualquier otro, luego de ocho birras y media, ninja le cuenta a pato feo lo que pasa con su jefe del trabajo. pato feo la bofetea frente a sus compincheurs pero al día le pide perdón con un ramo de rosas y la lleva a cenar al armandos. restaurante dizque de calidad pero una porquería. pero eso no importa. pato feo deja a ninja en su casa y por el efecto de tres botellas de vino se presenta en casa del jefe de ninja. ahí espera un buen rato fumando follaj hasta que el tipo aparece. el jefe idiota no se entera de donde pero le cae una puñeputonga que lo deja como si lo hubieran aplastado un par de elefantes de circo. pato feo le rompe dos costillas y la clavícula. al día siguiente el jefe de la ninja, con el marmajo suficiente para comprar la vida de un centenar de patos feos, lo manda puñeputongear. todo mundo se entera y el zafarrancho se hace tan grande como el cañón del colorado. no contento con ello, el jefe de ninja acusa a pato ante la ley de tantas cosas que no cabrían en la sección amarilla. digamos que de todo menos de la muerte de yon lenon. como patada de ahogada la ninja lo acusa de querer instalarle su calabresto en la boca. el jefe tiene pruebas de los puñetes del pato feo pero la ninja no tiene pruebas de nada. la despiden obviamente. pato feo se va al bodegón sin poder hacer nada, por tercera o cuarta vez  y, al mismo tiempok, todo el marmajo se va de las manos de los gamborreanos para cuidarlo tras las rejas. hasta aquí el recuento veloz de la segunda historia.)

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(…me acuerdo de una vez que vine a este mismo lugar con mi hermosa samantha, la verdadera imagen, la mujer más bella de toda ciudad zooburbia. era la boda de una prima. luego de bailar un buen rato salimos a tomar el aire a la terraza. ahí yo le dije que la amaba y ella me dejó meter mis dedos en su hoyito de agua tibia. mi samantha era la mujer más encantadora de la nocha. con un vestido negro y unas medias negras sobre su piel blanca que hacían lucir sus piernas largas y delgadas. yo jugaba con sus huesitos salidos en las muñecas y la cadera. era como una princesa de cuento, una de esas famosas estrellas de joligud. tocaba sus huesitos una y otra vez como si fueran bolas de cristal para pedir algún deseo. ella me dejaba sobar esas caniquitas todo el tiempok y se reía de vez en cuando contaba sus costillas. yo creo que esa nocha mi bella samantha zen, mi verónica, mi verdadera imagen, la mujer más bella de  toda ciudad zooburbia, me dejó meter sus dedos en su librito tibio porque le dije que estaba enamorada de ella y me creyó. le dije que no podía vivir si ella y era totalmente cierto. lo juro. me acuerdo que bebimos vino y bailamos toda la nocha. nunca voy a olvidar esa nocha mientras sobaba sus muslos blancos y la pequeña selva de su peluchito negro, mientras me untaba con su pequeño pozo. porque samantha me regalaba mucha agua de su pozo. era magnífico. es más, si tenía suerte era posible que pudiera oler su agua hasta el día siguiente, sobre mis dedos. en esas mañanas divinas me levantaba una cornucópula de alto nivel. ¡qué bella es la vida a veces joder!)

(…¡5 años sambutido, embutido, refundido en ese colegiot-reformatorio- pocilga-nadie-sale-vivo-de-aquí! del salón de clases al comedor, del comedor al dormitorio y así, todos los días, en busca de espacio y tiempok para poderse echar uno una cornucópula como dios manda, lejos del alcance de los ositos-cariñositos-maricaons-de-felpa-acurrucados-juntitos-por-miedo-a-mami, esos cientos de gorditos robotizados y enfermizos con abrigos hasta el cogote alineados en los jardines o leyendo babosadas en la biblioteca. esa es la verdad. siempre uno como loco en búsqueda del tiempok suficiente para imaginar a sus hermosas piks borrachas en las esquinas del viejo callejón de loros. imaginar mi lengua en su garganta, las gongoritas de mis piks bajo mi lengua como barredora. ¡qué cosa tan divina era eso de zambullirse en esas gongoritas rosadas y tibias, redonditas! ¡imaginármelas falditas arriba y braguitas abajo! ¡joder! su membranita rosa, su borbotón, su milqui guei, su mito de la caverna, su división del sur, su alcachofa, su lolobrigida, su rambersé, su caniche, su dulce de leche bronca, en fin, ese bello y tierno santuario exclusivo para tipos como yo, adictos a soñar con miel sobre hojuelas. no cabe duda que en ese colegiot fui a perder todo el tiempok del mundo. apenas llegué a la casa cuando ya sonaba el teléfono. era el asqueroso de veiporrub que se había enterado de mi vista por su chismosa. veiporrub tampoco vivía ya en el callejón de loros. desde la muerte de pato había decidido largarse a la ciudad con piro, su pareja. así es, con todas las letras, con piro, su pareja y con ello quiero decir su salami, su grandísima mortadela, su palmo de terreno, su membrillo, su asta bandera. aunque en realidad debería decir marido, porque ellos fueron de los primeros casorios maricaons que se dieron en zooburbia. lo que de alguna manera de la razón al pato luego de tanto tiempo. un maldito maricaon es lo que era realmente el veiporrub. ¡ja! pero bueno, cada quién con su buchaca.)

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Guía Roji

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