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Cultură

​Razones por las que los zoos deberían estar prohibidos

Tenemos que despertar de una vez y, como ya ha hecho Costa Rica, comenzar a clausurar los zoos.
Imagen vía usuario de Flickr: yonolatengo

La semana pasada, una inundación en la capital georgiana de Tbilisi mató a 19 personas —seis siguen aún en paradero desconocido—. Las lluvias hicieron desbordarse el río Vere, inundando la ciudad y su zoo, matando a algunos animales y permitiendo que otros se escaparan. Al principio, se dio por muertos a los siete tigres y a los ocho leones del zoo, pero el pasado miércoles uno de los tigres que escaparon acabó con la vida de un hombre, lo que provocó que el primer ministro, Irakli Garibashvili, criticara públicamente a los funcionarios del zoo por difundir información falsa. Dos de los tres jaguares del zoo aún se dan por muertos, así como 12 de los 14 osos.

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Según The Guardian, se ha acusado a la policía de disparar innecesariamente a muchos de los animales. Además, el personal del zoo los vio haciéndose selfies con leones, tigres y otros animales grandes a los que habían disparado. "No podía creer lo que veía", dice uno de los trabajadores. "Eran como trofeos para ellos".

Por terrible que sea, siempre parece inevitable cierto componente de tragedia humana cuando ocurren desastres como estas inundaciones. En ciudades con una gran densidad de población, es imposible que no haya personas que se vean atrapadas en el caos cuando pasa algo realmente grave. Sin embargo, la presencia de animales salvajes en estos desastres sí que parece algo más evitable. Dejando a un lado la muerte y el trato que se les ha dado en este caso en particular, que alberguemos leones, tigres y otros animales grandes a escasa distancia de donde compramos el pan es digno de hacernos pensar, por no mencionar que lo hacemos en todas partes del mundo, atrayendo a 175 millones de visitantes al año.

Yo no soy ningún paladín de los derechos de los animales pero tengo algo de sentido común básico. Y éste me dice una cosa cuando se trata de la cautividad de animales salvajes: que probablemente es algo que no deberíamos hacer.

Los zoos —o, como se llamaron en sus orígenes, "colecciones de fieras"— han existido desde hace una cantidad sorprendente de tiempo. El más antiguo conocido se descubrió en 2009 durante unas excavaciones en Egipto, donde los arqueólogos encontraron pruebas de uno que databa del 3.500 a.C. Sin embargo, hasta principios del s. XIX, eran meras representaciones del poder real, como la colección de fieras que Luis XIV tenía en Versalles. No fue hasta que los zoos modernos comenzaron a aparecer en Londres, Dublín y París, cuando se centraron en la educación y el entretenimiento del público.

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En la línea del desarrollo de nuestra visión de los derechos de los animales, los zoos han ido evolucionando durante los últimos 30 años: las jaulas han sido reemplazadas casi completamente por fosos y cristal, y la mayoría tienen contratados veterinarios a tiempo completo para la administración de medicamentos y el control de las dietas. El refuerzo positivo es también la línea general, y dar manguerazos a los animales cuando se quiere que hagan algo ya no se considera ético. El uso de pistolas de dardos es cada vez más inusual, ya que les provoca muchísimo estrés a los animales.

Cuando se trata de ciertas cosas, sin embargo, hay todavía diferencias irreconciliables entre los zoos, los parques y el hábitat natural de los animales. En cuanto al espacio, el león o el tigre medio tiene 10.000 veces menos espacio en cautividad que en libertad; los osos polares, un millón de veces menos. Decir que esto afecta negativamente al animal es un eufemismo: en 2008, un estudio subvencionado por el Gobierno Británico descubrió que todos y cada uno de los elefantes del Reino Unido son objeto de preocupación en cuanto a su bienestar: el 75% de ellos tienen exceso de peso, y solo el 16% puede caminar con normalidad. Además, los elefantes africanos viven tres veces más en libertad que en cautividad, y el 40% de los cachorros de león muere en los zoos, frente al 30% que perece en libertad. Estos pueden parecer porcentajes similares pero, teniendo en cuenta que un tercio de los motivos por los que mueren en libertad—siendo los depredadores uno de los principales— no se da en los zoos, quizá no lo sean tanto.

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Entonces, pensar que los zoos han evolucionado sería un error. En el Reino Unido, se han dado numerosos incidentes de abusos, como en el Parque SafariWoburn, donde en 2010 se descubrió que confinaban a los leones en recintos minúsculos y completamente inapropiados durante 18 horas al día y que el personal entrenaba a los elefantes con focinos eléctricos (una especie de lanza utilizada para tratar con elefantes) de 4.500 voltios. Sin ir más lejos, en 2013 la Asociación Animalista Libera! y la Fundación Franz Weber destaparon el horror del zoo de Barcelona, donde los animales también pasan entre 15 y 17 horas diarias bajo el suelo del zoológico encerrados en unas jaulas prehistóricas. También está el caso del Parque Safari Knowsley, donde en 2011 salieron a la luz unas fotos en las que se veía cómo se deshacían de los animales en contenedores tras ser disparados por miembros del personal sin preparación. En Irlanda, en el polémico parque temático Tayto, se impusieron prohibiciones en 2013 y 2014 para impedirles adquirir más animales debido a una "alimentación inapropiada", recintos "inadecuados" y "altos niveles de agresión y estrés observados en los animales".

A nivel mundial, ha habido también docenas de informes sobre entrenamientos con focinos, locales inadecuados y maltrato físico, pero la mayor asociación de zoológicos, la WAZA (asociación mundial de zoológicos y acuarios), todavía no ha expulsado ni condenado a ninguno de los zoos relacionados con estas prácticas.

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Psicológicamente, los efectos siguen presentes: en el Reino Unido, el 54% de los elefantes muestra problemas de conducta, y los leones pasan el 48% del tiempo caminando, señal también de problemas de conducta; los animales en cautividad que muestran con frecuencia este "estereotipo" de comportamiento repetitivo o ritualizado, lo hacen normalmente debido al aburrimiento y al confinamiento. Otros ejemplos son lamerse excesivamente, la automutilación y el balanceo de la trompa. La depresión también es habitual en los animales cuando son hostigados por los visitantes, cuando su alimentación no es variada o cuando no se atiende o se retrasa su necesidad de apareamiento.

Un argumento habitual a favor de los zoos es el trabajo de conservación que realizan. Sin embargo, si se observa con atención, se descubre lo que durante mucho tiempo ha sido un mito: en realidad, menos de un 1% de las especies de los zoos se debe a ningún gran esfuerzo de conservación; muchos son fruto de la endogamia y tienen poca "integridad genética" o "valor de conservación", según un estudio de 2013 del doctor Paul O'Donoghue, genetista conductual de la Fundación Aspinall.

Lejos de volver a integrar a los animales en la naturaleza, se la quitan: el 70% de los elefantes europeos son arrancados de su hábitat, así como el 79% de la población de los acuarios del Reino Unido. De hecho, se ha observado que la población animal en cautividad puede ver dificultada su conservación. Hay un estudio que afirma que dan "una falsa impresión de que una especie está a salvo, de modo que la destrucción del hábitat y la población salvaje pueda continuar".

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El año pasado, el zoo de Londres se gastó 5,3 millones de libras en un recinto para tres gorilas. Por el contrario, el acuario Sea Life, destina solo tres libras por visitante a esfuerzos de conservación. La diferencia entre el dinero que se emplea en animales en cautividad y el que se emplea en aquellos que viven en libertad es enorme, a pesar de que albergar animales en los zoos es 50 veces más caro que protegerlos en sus hábitats naturales.

Imagen vía Flickr

Lo más irónico, sin embargo, en relación con este mito es la cantidad de animales que matan en los zoos. El año pasado, después de que la jirafa Marius recibiera la eutanasia en el Zoo de Copenhague, la Asociación Europea de Zoos y Acuarios descubrió que cada año se sacrifica a entre 3.000 y 5.000 animales sanos en Europa.

Otro argumento a favor de los zoos es la educación que ofrecen, sin embargo, el 41% de los acuarios del Reino Unido carecen hasta de la información más básica en sus carteles, de modo que, ¿qué podría aprender una persona que no se pueda aprender viendo documentales en YouTube?

Siendo sinceros, los zoos son parte de un problema mayor, que es la manera que tenemos de relacionarnos con nuestro entorno natural. Llevamos allí a nuestros hijos y les enseñamos a molestar a los animales si no están entreteniéndoles, luego los llevamos a casa y les damos de comer palitos de pescado y nuggets de pollo —comida indistinguible, pulverizada y hecha una pasta— en vez de preguntarnos por qué el orden del planeta está tan trastocado.

Estamos tan ocupados satisfaciendo nuestras más innobles necesidades, aquellas que heredamos hace siglos, que no vemos el daño que causamos. Tenemos que despertar de una vez y, como ya ha hecho Costa Rica, comenzar el desagradable proceso de clausurar los zoos.

@0jnolan