Fui a la feria de Albacete: la mejor fiesta popular de España
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Fui a la feria de Albacete: la mejor fiesta popular de España

“Me ha dado con la polla en la boca”.

Del 7 al 17 de septiembre Albacete ha estado de feria, en una celebración constante que convierte a la ciudad manchega en la capital española del vicio durante 10 días. Unas fiestas que han sido votadas como las mejores fiestas populares de España, por encima de los San Fermines, y en las que el desfase está asegurado para todo aquel que pise la ciudad, tenga la edad que tenga.

'El Purpu' en su despedida de soltero

Y durante esos días. la ciudad se convierte también se convierte en el destino favorito de muchas despedidas de soltero y soltera. Se fletan autobuses desde otras ciudades para ir y volver en el mismo día, equipados con un cargamento de bolsas para el vómito para el camino de vuelta. Como los murcianos de Avimur, liderados por el hombre flamenco 'El Purpu'.

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El hombre-pene, un clásico

"Azótame, he sido malo", es la frase elegida por Manu para su último día de soltero. A otro, los amigos le han disfrazado de pene gigante, un clásico. Los disfraces kitsch son omnipresentes, y se mezclan con las boinas y bastones de los vecinos más entrados en años que tampoco se quieren perder la jarana. Como Paco, que a sus 81 años me cuenta que "me vuelven loco las mujeres".

El hombre vestido de mujer, otro clásico

"Me ha dado con la polla en la boca". Nuria acaba de marcarse un baile a lo Full Monty al ritmo de 'You can leave your hat on' en la tarima de una de las casetas que ocupan el recinto ferial. Como recompensa, se ha llevado movimientos de cadera y entrepierna de tres gogos. Y después, chupito de Jäger gratis para todo el personal. "¿Quién quiere que Nuria se quite la camiseta?", grita el speaker a la concurrencia. Nuria se niega. Esto es lo que pasa una tarde cualquiera en la feria de Albacete.

Como en cualquier otra fiesta patronal, también hay encierros, corridas de toros, conciertos, cabalgatas, torneos deportivos, chorizos y morcillas. Pero yo elegí pasar doce horas bailando entre cuerpos sudorosos y risas adulteradas. La cámara terminó con más gin tonic que muchos hígados, y lo que he visto lo tendré en la retina, por lo menos, hasta el año que viene.