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Bienvenidos al circo trans más importante de Chile

Con más de 70 años, René Valdés es el único dueño del Circo Show Timoteo, que él mismo comenzó en 1968 y que ha funcionado sin interrupciones desde entonces.

"¡Hoy, el Circo Show Timoteo y los artistas más divertidos de Chile. Un espectáculo diferente a todo lo demás. No se pierda, el Circo Show Timoteo!"

Timoteo llegó anunciándose con megáfono por las calles de Los Andes, un pueblo a 84 kilómetros de distancia de la capital Santiago de Chile. Lo que por años fue un espectáculo under, donde la gente llegaba por el rumor de boca en boca, hoy es el circo de transformistas más famoso en todo el país: éste es sin duda, y como lo dice su improvisada publicidad, un espectáculo diferente a todo lo demás.

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Llegué tres horas antes de la función y me recibió René Valdés, nombre real de Timoteo, que con más de 70 años es el único dueño del circo que él mismo comenzó en 1968 y que ha funcionado sin interrupciones desde entonces. La temperatura no superaba los 2°C y esto se hizo notar en el público. Llegaron 50 personas a una carpa con capacidad para más de 300. Pero el frío también iba a revelar uno de los secretos más guardados del circo: Timoteo está enfermo y ya siente el paso de los años. Tanto que ni siquiera terminó el show.

Había llovido durante el día y la carpa instalada sobre arena húmeda generaba una sensación de frigorífico que me congelaba los pies. Pero a pesar de las adversas condiciones, René me comentó que estaba convencido de que había que salir al escenario. "Si no trabajamos, no tenemos dinero y estas condiciones son un lujo comparado a cómo empezamos. Antes teníamos una carpa llena de hoyos. Se colaba el viento y dormíamos en el suelo. Si llovía, teníamos que afirmar nuestras pocas pertenencias y aguantar nomás", me dijo mientras me llevaba a su trailer, que mantiene caliente con la llama encendida de su estufa.

El Circo Show Timoteo es el primero del país en dedicarse exclusivamente al transformismo. No ocupan animales y llevan 46 años presentándose en los lugares más olvidados de Chile, soportando incluso la dictadura de Pinochet. "Casi nunca tenemos problemas. Una vez en un pueblo del sur, una monja nos impidió llegar a un pueblo porque nos trataba de inmorales. Pero en general la gente entiende que éste es un espectáculo, aunque esté lleno de colas (gays)", me comentó René.

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A las 10 en punto comenzó la función. El show inició con una presentación de los personajes. Ocho personas bailaron una coreografía vestidos de traje azul con lentejuelas. Estaban vestidos como hombre, pero con peluca y maquillaje de mujer.

Después de este espectáculo, apareció Timoteo con su rutina de humor. Es el mayor de todo el elenco y la gente le reconoció el esfuerzo con un aplauso de pie, sin saber que no volverían a verlo esa noche. Timoteo sufre de neumonitis crónica y en nuestra conversación me contó que a su edad ya no puede seguir el ritmo que tenía antes. "Yo participaba en tres o cuatro rutinas, pero ahora con suerte me alcanza para una, y a veces no la hago, me quedo acostado. Ya no me da la energía", me dijo.

Sin Timoteo en el escenario, el show continuó con uno de sus personajes más famosos: la Loca de la Cartera, nombre del personaje que Arturo Peña realiza desde hace 42 años. Tarda más de una hora antes de cada espectáculo para terminar vestido de mujer en una malla ajustada, adornada con peluca, pestañas postizas, mucho lápiz labial y maquillaje.

Su rutina consiste en salir al escenario travestido y lanzar su bolsa hacia el público. Luego se dirige a buscarla, golpea con ella a los asistentes y comienza a bailar sobre sus piernas. La audiencia, la mayoría heterosexuales incómodos con la situación, sólo atina a aplaudir y reirse aliviados cuando ven que Arturo escogió a otra persona como su objetivo.

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"Mi show comenzó cuando yo me vestí de mujer por primera vez, en la ciudad de Valparaíso. La gente me perseguía por el circo para darme patadas por la espalda. Por eso se me ocurrió tener algo con qué golpearlos a ellos. Antes era un tambor plástico de gasolina, pero una vez le di muy fuerte a un tipo. Por eso ocupo ahora mi bolsa rellena de papel", me dijo mientras me dejaba tocar su bolso.

"¿Pero eso no era un ataque homofóbico?", pregunté.

"En ese tiempo ni siquiera se conocía esa palabra. Antes sólo era divertido golpear al maricón y yo me defendí. Resultó que a la gente le gustó, siguió la dinámica y quedé como la Loca de la Cartera", me respondió Arturo.

El show de la Loca de la Cartera sólo dura siete minutos y la encargada de pedir el aplauso es Barbarella Foster, la hostess del circo. Su nombre real es Juan y es la más reciente incorporación al espectáculo. Lleva más de 17 años haciendo transformismo y hasta actuó en una película de bajo presupuesto, por lo que incluso tiene su propia página en IMDb.

"Llegar al Timoteo es como jugar en la primera división. Ahora no hay mucha gente porque es invierno, pero en verano podemos estar hasta tres meses con funciones todos los días", me contó Barbarella justo detrás de la cortina que separa el escenario del backstage. Se estaba cambiando de vestido, ya que debe aparecer con un traje nuevo en cada intervención.

"Yo antes estaba en otros circos transformistas más pequeños que este. Pero eran muy pobres. Pagan poco y cuando no hay funciones uno queda en la calle. Es dura la vida en esos circos porque además se ponen en lugares peligrosos", me dijo antes de interrumpir la conversación para ir a cerrar el show.

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A eso de la una de la mañana, el espectáculo terminó casi de la misma manera en que comenzó. Los personajes del show desfilaron vestidos de divas por el escenario, despidiéndose del público, que a pesar del frío se mantuvo firme en sus asientos.

Pero algo cambió, esta vez Timoteo no apareció. Está a pocos metros acostado en su tráiler. Decidió irse del show ya que no tenía fuerzas para seguir: "Ahora que estoy viejo entiendo a los que dicen que a un artista le gustaría morir en el escenario. Yo creo que me va a pasar igual, voy a terminar ahí, arriba del proscenio, y después no sé qué pasará con todo esto", me dijo René, indicando con su mano al circo. Su circo. Aunque al menos sobre el escenario, es cada vez menos suyo.