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El personaje olvidado en la película de Cantinflas

Cantinflas no se convirtió en un ídolo nacional de la nada, y la persona que lo impulsó al estrellato ni por error se asoma en la película.

Cuando me invitaron a ver la película sobre la vida de Mario Moreno Reyes, Cantinflas, al igual que la mayoría, iba con la expectativa de escuchar cantinfleadas con acento ibérico y la pronunciación de la cedilla. La verdad es que se nota que el actor español Óscar Jaenada le trabajó mucho para quitarse la entonación y emular la voz del que, según los críticos de cine, es el mejor cómico que ha dado nuestro país al mundo: Cantinflas. Sin embargo, su actuación no deja de ser una imitación del llamado "Mimo de México"; muy buena, pero imitación al fin.

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Por otra parte, la producción cuidó de forma exagerada a Mario Moreno. Se mencionan sus infidelidades pero no las consecuencias de esos actos, como el nacimiento de sus hijos, uno con la actriz Charito Granados, de quien se dice llegó a parecerse mucho a él siendo ya un adulto; y el otro con una gringuita llamada Marion Roberts, tal como lo publicó el periodista Bob Logar en el semanario Revelación, el 25 de abril de 1988. El lado oscuro de Cantinflas, ése que en verdad nos hace humanos porque nos muestra desnudos, vulnerables, complejos, tal como somos, apenas si se toca. Parece un rozón accidental.

Además la cinta da la impresión de ser un escaparate, algo así como revista de sociales igual a ¡Hola! para colocar a fuerza a todas esas figurillas de televisión representando a las luminarias de la época dorada del cine mexicano, como Adal Ramones interpretando a Fernando Soto Mantequilla, Ana Layevska como Miroslava Stern, o Ximena González-Rubio, totalmente desconocida para mí, como María Félix.

Más allá de estas impresiones, hubo un detalle que llamó fuertemente mi atención. Es verdad que Jacques Gelman, encarnado aquí por Alejandro Calva, fue uno de los socios y representantes de Mario Moreno. Sin embargo, por ningún lado sale, ni por error se asoma, un personaje que jugó un papel muy importante en la vida profesional de Cantinflas durante los años en que se ubica la película: Santiago Reachi Fayad.

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Santiago Reachi fue uno de los pioneros en la publicidad moderna en México. Tras una larga carrera como vendedor y experto en relaciones públicas para corporaciones de Estados Unidos y el gobierno mexicano, creó en los años treinta su empresa llamada Publicidad Organizada S.A. (POSA), junto a otro hombre de negocios: Manuel Ferrándiz. Su amistad y cercanía con personajes poderosos, como el presidente Abelardo L. Rodríguez y generales provenientes de la Revolución con los que compartió bala durante los años de lucha, lo hizo conocido en esos círculos de altura.

Santiago Reachi Fayad.

En 1939, Cantinflas abarrotaba el teatro Follies Bergere, que estaba junto a la Plaza Garibaldi en lo que es hoy el Museo del Tequila y el Mezcal, sobre el Eje Central, en la Ciudad de México. Las largas colas para entrar al lugar eran interminables, lo que provocó la curiosidad de Reachi, quien buscaba la forma de convencer a los choferes mexicanos que los nuevos camiones de la General Motors, llamados "chatos" porque tenían la cabina sobre el cofre, eran una buena opción para su trabajo.

Lo que vio en el Follies lo dejó con la boca abierta. Aquel sujeto flaco, de maquillaje extravagante, con pantalones mal fajados y parchados, una gabardina raída, el sombrero destartalado y ese lenguaje raro, un español que todos entendían pero que nadie comprendía porque decía todo y nada a la vez, tenía al público en la palma de su mano. Santiago Rachi entendió de inmediato que Cantinflas encarnaba al "peladito" mexicano, ese que vive en el barrio, a veces marginado, y a pesar de sus dificultades es alegre, festivo, dicharachero, vivo, siempre a la defensiva, que se las ingenia para evadir a la autoridad y salir airoso de todo problema. Era uno de ellos, de los humildes.

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En poco tiempo Cantinflas encabezaba las caravanas artísticas que promocionaban a los "chatos". A las funciones sólo podían ingresar los choferes y sus familias. En el escenario el personaje asumía el papel del desheredado que quería ser conductor de camiones. Y en medio de improvisaciones del cómico y risas del público, los vehículos se comenzaron a vender fácilmente.

Luego del triunfo de esta campaña, Santiago Reachi le hizo una propuesta interesante a Mario Moreno: le ofreció un contrato exclusivo para filmar, con Cantinflas como protagonista, cortometrajes publicitarios. El actor no estaba seguro, ya había hecho tres películas con las que no pasó nada. Pero Reachi tenía un as bajo la manga. Le ofreció cien mil pesos al año, trabajara o no, y una suma adicional si actuaba en alguna cinta. El empresario había visto el potencial económico que representaba Mario y su caracterización. El artista aceptó y así apareció en Jengibre contra dinamita, para Canada Dry; Cantinflas siempre listo, para Eveready; Cantinflas ruletero, para Chevrolet; Cantinflas en los censos y Cantinflas boxeador.

En sus memorias, Reachi asegura que en estas producciones se fijó la formula que estableció si la gente prefería a Cantinflas con bigote o sin él, con peluca o con su propio cabello, con un estilo de maquillaje u otro. En fin. Aquí se terminó de moldear el personaje.

Tras el éxito obtenido con estos cortos, Santiago Reachi reestructuró su empresa e invitó a Mario Moreno a formar una sociedad. Así nació POSA Films, con el promotor como presidente del consejo de administración. La relación entre empresario y actor dejó de ser meramente profesional para tornarse más íntima, de amigos. Hasta se hicieron compadres. Poco después llegaría un tercer socio, un ruso que pretendía distribuir películas francesas en México y que más tarde se convertiría en un conocido coleccionista de arte: Jacques Gelman.

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Mario Moreno con Jacques Gelman.

En 1940 Cantinflas había filmado su primer éxito en taquilla, Ahí está el detalle, así que la naciente productora aprovechó el impulso que traía el cómico y en 1941 realizan su primera película: Ni sangre ni arena, una parodia de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena, en la que apareció por primera vez como un torero bufón.

Poco a poco Cantinflas se fue desligando del teatro para concentrarse en su carrera como actor de cine y empresario. Incluso llegó a realizar giras a Sudamérica bajo esta figura. Todo estaba planeado por POSA Films para que cada nueva producción superara económicamente a la anterior.

Algunos años después los malentendidos y la rivalidad entre Reachi y Gelman aparecieron. Mientras el primero buscaba explotar al máximo al tipo creado por Cantinflas, el "peladito" de la capital, el segundo quería que el actor rebasara fronteras parodiando obras de la literatura universal. Se hicieron intentos con Los tres mosqueteros, Romeo y Julieta y El circo. Sin embargo, no tuvieron el resultado esperado. Incluso Reachi recuerda, en el libro La Revolución, Cantinflas y JOLOPO, que se opuso a que se hiciera el doblaje al francés de Los tres mosqueteros y se distribuyera en Francia. Pero la acción se llevó a cabo convirtiéndose en un fracaso.

Pese a estos reveces el trabajo de promoción de Reachi había colocado el nombre de Cantinflas en Estados Unidos. Durante la filmación de Ni sangre ni arena el empresario invitó al periodista norteamericano George Creel, quien escribió reportajes sobre "una nueva estrella en la constelación cinematográfica mundial", que fueron publicados en revistas como Time y Life, y traducidos a diversos idiomas para su distribución en buena parte de Europa y Latinoamérica. En España el promotor logró colocar esta cinta de tal manera que la popularidad de Cantinflas llegó a ser muy parecida a la que gozaba en México.

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Reachi también se dice responsable de que Charles Chaplin y Mario Moreno se hayan conocido. Incluso cuenta que él mostró a Chaplin y a varios críticos de cine una película del cómico. El creador de Charlote, después de ver la cinta con marcadas fallas técnicas, dijo una frase que se difundiría por el mundo: "No ha nacido ningún cómico mejor que este señor Cantinflas".

Fue tal la influencia que llegó a tener el presidente de POSA Films en la industria del cine mexicano, que provocó que la Comisión Nacional de Cinematografía censurara una crítica escrita el poeta Efraín Huerta a la película El mago, de 1949, en el Boletín Cinevoz, donde la calificaba de un rotundo y significativo fracaso para Cantinflas, a quien habían despojado de su verdadera personalidad: su autenticidad de legítimo heredero del lépero capitalino. De hecho, a partir de ese texto, desaparecieron de Cinevoz las críticas llamadas "adversas".

Santiago Reachi comenzó a desconfiar del ruso. Había algo que no le cuadraba. En ocasiones Gelman le insinuaba no estar de acuerdo con decisiones que tomaba Cantinflas, sin que el actor estuviera presente. Y al parecer actuaba de la misma forma frente a Mario Moreno para hablar de Reachi. Según el empresario, Gelman pretendía ocupar la presidencia del consejo de la productora y para ello se sirvió de intrigas y adulaciones hacia un Mario Moreno ya engrandecido por la fama y el prestigio artístico. Para evitar que Jacques Gelman cumpliera su propósito, Reachi sugirió al ahora artista y magnate que tomara el mando de la empresa. Reachi no se mordió la lengua para decir que Gelman buscó beneficiarse de manera personal, tanto en lo económico como con algún prestigio que nunca llegó a conseguir.

Fue la época en que Cantinflas participó en la versión de United Artists de La vuelta al mundo en 80 días, sin duda la mejor producción extranjera en la que actuó. Tras el éxito de esta cinta, Gelman trabajó con Columbia Pictures la filmación de otra película: Pepe, cuyo libreto puso como protagonista a un caballo amaestrado y no al actor mexicano, algo que no agradó a Reachi. Al final este rodaje pasó sin pena ni gloria en la carrera de Mario Moreno, pese a que en él hicieron apariciones especiales estrellas del momento, como Bing Crosby, Bobby Darin, Sammy Davis Jr., Judy Garland, Frank Sinatra y Dean Martin, entre otros.

Harto del lastre en que se estaba convirtiendo su labor en POSA Films, pues prácticamente se dedicaba a enfrentar a la burocracia gubernamental en vez de producir; de un socio ambicioso y otro que perdió el piso hasta llegar a pensar que nada se podía hacer sin su intervención, a finales de la década de los cincuenta Santiago Reachi decidió renunciar a la empresa que había fundado y a atender un proyecto que no rindió frutos en Cuba. Poco tiempo después se estableció en Monterrey y contrajo matrimonio con la actriz cubana Carmita Ignarra, a quien prácticamente retiró del cine para que se dedicara sólo a ser su esposa. Esa actitud de macho llevó a la quiebra su relación. Mario Moreno siguió siendo su compadre y amigo, e invariablemente se hablaban por teléfono dos veces al año para felicitarse por sus cumpleaños. Así hasta que la muerte llegó por cada uno a su tiempo.