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Fotos

Unos días con Spencer Tunick en San Miguel de Allende

Tomarse fotos desnudos en la calle es algo que todos deberían intentar por lo menos una vez en la vida.

Spencer Tunick en El Nido, taller que impartió. Foto por Kristin Bowler.

Llegué a San Miguel de Allende el mismo día que se celebró el tránsito de la tierra al cielo, de la Virgen María, a quien los locales conocen como la Virgen de la Transición. Esta glorificación toma lugar en un pedazo de terreno perteneciente a la amiga que me hospedó, por lo que fuimos a encomendarnos en ese altar precario y colorido, dejando —indistintas nuestras creencias— deseos asociados a la transición, antes de empezar con el verdadero propósito del viaje: conocer al fotógrafo Spencer Tunick.

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El primer acercamiento que tuve con Spencer fue esa misma noche. Después de nuestros encargos a la Virgencita del Tránsito, llegamos a la cena de celebración de la primera exposición de Seda e Isla, hijas de Spencer. Organizaron una venta de sus geniales dibujos infantiles, donde ellas tuvieron que convencer a los amigos presentes de comprar su arte. Con el dinero recaudado compraron dulces y repartieron el resto a niños de escasos recursos e indígenas que deambulan por las calles de San Miguel. Ahí entendí que Spencer y su esposa Kristin son unos padres increíbles que estimulan artísticamente sus hijas, les inculcan de forma lúdica el valor de las cosas y las concientizan sobre lo difícil que es hacer carrera en el mundo artístico.

Spencer Tunick y la autora. Foto por Kristin Bowler.

Al día siguiente asistí a Experience, taller que impartió Spencer en el centro cultural de colaboración El Nido. Más que un taller, Tunick contó de manera muy íntima su experiencia de vida, las cosas que lo marcaron como fotógrafo, los momentos que hicieron evolucionar su arte hasta convertirlo en uno de los fotógrafos más controversiales de la actualidad. Nos platicó sus inicios no remunerados trabajando con su papá en hoteles como encargado de hacer fotografías cuyos negativos se regalaban en forma de llavero. Spencer comentó que en esa época él era "un coleccionista de personajes". Así inicio su interés por crear un discurso fotográfico a través de las personas, pero en esos años todavía era menor de edad y no tenía los recursos para materializar sus ideas, ni se había aproximado al desnudo que luego sería su línea como fotógrafo. El encuentro con la belleza desnuda del cuerpo humano llegó a él a través de una residencia con un fotógrafo de moda. El elogio al cuerpo humano en la moda y su facilidad para acercarse a personajes y convencerlos de tomarles una foto, son los términos de la ecuación de su estilo.

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"Como artista, tu trabajo es hacer arte no venderlo", fue una de sus declaraciones que dejaron claro que el camino a la estabilidad económica no se encontraba en retratar desnudos, pero él no puede evitarlo porque es lo que encuentra bello. Lo hace tan bien que la gente se ofrece a participar en sus retratos. Así fue como poco a poco dejó de hacer retratos individuales y sus fotografías comenzaron a poblarse, hasta llegar a hacer lo que sucedió en el zócalo de la Ciudad de México en 2007. De hecho podemos aplaudir la voluntad del mexicano. Fuimos 40 mil inscritos para participar en su macro fotografía, pero siendo su sello artístico trabajar al amanecer, la mitad se rajó. Somos entusiastas pero no madrugadores.

Foto por Kristin Bowler.

El taller termino con una demostración más técnica de su metodología de trabajo. Spencer trabaja con cámara análoga y no edita, por lo que el clima y el timing de la foto son preciados para alcanzar el efecto deseado. En el taller pudimos ver un guiño sobre sus futuros trabajos, donde Spencer vuelve a sus inicios y reincorpora la utilización de indumentaria: espejos, sábanas y flores.

Foto por Kristin Bowler.

Después de verlo trabajar entendí por qué la gente es quien se le acerca y no él quien los busca. Este señor, simpático e introvertido, trabaja de manera rápida y profesional. "Yo también quiero una foto individual por Spencer Tunick", pensé. Sé que son casos excepcionales, pero decidí acercarme y proponerme. Este adorable personaje no lo dudó ni un poco y me dijo que conocía el sitio perfecto para tomarla y que lo haríamos con su sello personal, en la madrugada del domingo.

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La autora posando para Spencer Tunick.

La mañana de las fotografías llegué a su casa cerca de las siete de la mañana y después de compartir una taza de café, salimos. En la calle se manifestaron pocas almas. Individuos salían tabaleándose de bares, otros tempraneros en camino a la misa de primera hora, una chica con cumbias a todo volumen saliendo de sus audífonos mientras limpiaba las calles y alguno que otro proveedor de verduras hacía sus entregas a los restaurantes. Caminamos hacia un callejón colorido y tranquilo. Spencer tenía razón, es un spot ideal para andar desnudo, sin gente vestida morboseando o incomodando la foto. Spencer da la orden y en un segundo tienes que estar desnudo y colocado en la posición para la foto. Qué increíble sensación la de andar desnuda en la calle. Me sentí rebelde y libre.

La autora posando para Spencer Tunick.

Las personas que te alcanzan a ver posando se quedan impactadas viendo tu cuerpo desnudo en las calles de su pueblito, y por más que quieran quitarte la vista parecen petrificados, o se apenan y fingen que no existes y te pasan por alto. En cualquier caso, no apelan a una autoridad para castigar tu desnudez pública. En cinco minutos Spencer terminó mis fotografías. Enfrentarte a tu propia desnudez pública es un paso hacia la libertad. Generalmente uno está desnudo en la intimidad o semidesnudo en la playa, pero aquel domingo estaba transgrediendo el orden moral. Sin adornos ni pudor, enfrentando mis complejos corporales. Estar en una foto de Spencer Tunick no es nudismo, es la experiencia del desnudo. Es el regreso a la fuente. Es en una posición de vulnerabilidad. La gran diferencia entre el voyeurismo y el arte con desnudo es que entre el observador y tu cuerpo existe un objeto: la cámara.

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"México es un lugar donde es fácil trabajar porque no tienes miedo a ser arrestado. Los mexicanos están dispuestos a posar, por eso me interesa trabajar aquí si es que se genera la oportunidad", confiesa Tunick.

Regresamos a casa de Spencer. Mis ojos brillaban, me sentía más bella que nunca, caminaba rebelde y emancipada por las calles de esta ciudad que vio nacer la Independencia. Por el contrario, Tunick no me veía de forma diferente, para él sólo soy un prop más dentro de un escenario. Pruebas para futuros trabajos.

De regreso a su casa volví a mis ataduras cotidianas, comúnmente llamadas ropa interior. La familia Tunick pasa sus veranos en San Miguel desde hace unos años, cuando algunos amigos cercanos los invitaron a conocer la ciudad guanajuatense. Se enamoró de este lugar por la gente que la habita. Dice que le recuerda al East Village de Nueva York, donde vivió muchos años. Es una mezcla de artistas bohemios y ricos coleccionistas, pero el elemento rey para cualquier extranjero es la hospitalidad y calidez humana del mexicano. No lo podemos evitar. Otro aspecto que enamoró a Spencer es la naturaleza que la rodea, los veranos calurosos, la arquitectura colonial yuxtapuesta con el arte moderno que la habita.

Spirits sheets.

Aunque viene a pasar vacaciones a México, la sobreestimulación de los lugares y la gente que lo rodea siempre lo llevan a trabajar y colaborar en eventos culturales. Ya fue jurado del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF). Spencer también es embajador del festival conmemorativo de Día de Muertos, La Calaca. Una de las primeras colaboraciones para La Calaca son las spirits sheets tomadas en BurningMan y en San Miguel. Busca reinterpretar el rito de Día de Muertos, haciendo pruebas con flores que en el futuro serán de cempazúchitl como en mi fotografía. Hay una conexión inherente entre el desnudo (analogía del nacimiento) y la muerte. Le pregunté si él tiene fantasmas. Me dijo que sí, como todos. Pero cambió de tema para reiterar que ahora ya no quiere desafiar a la autoridad, sino que realmente está buscando que el objeto final marque la psique del espectador, sea que su obra termine en una galería o en una casa. Por eso enfatiza paisajes naturales que aumenten la belleza y la conexión entre la desnudez y la tierra.

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Sus hijas despertaron y comenzaron a saltar encima de él, dándole besos y corrigiendo las respuestas que daba a mis preguntas. Al final de cuentas, Spencer ante todo es un papá que resulta ser artista. Sus hijas entienden de manera genuina el trabajo de su padre, sin morbo ni tabúes.

Terminé mi viaje renovada. Antes de mi regreso a la Ciudad de México, fuimos todos juntos a despedirnos de la Virgen de la Transición, o más bien de lo que quedaba de su altar. En la tradición, ya se la habían llevado porque ya es reina y subió al cielo. Nosotros también nos despedíamos, esperando que la experiencia de nuestros tránsitos nos vuelvan a encontrar. Por lo menos, siempre tendré este momento rebelde donde anduve desnuda por las calles de San Miguel de Allende, mientras la virgencita podía observar mi derrière durante su asenso al cielo.

Pueden ver sus más recientes trabajos en: http://www.spencertunick.com/

Así como en su libro: http://www.spencertunickbooks.com/

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